El periodo Cretácico, o era del Cretácico, abarca aproximadamente de 145 a 66 millones de años atrás y se divide en tres subperiodos: Cretácico temprano, medio y tardío. Esta era es particularmente conocida por la abundante vida que pobló tanto los océanos como las tierras emergidas, una vida que reflejó cambios importantes en la biodiversidad y en las condiciones geológicas y climáticas de la Tierra. Durante el Cretácico, la vida marina y terrestre experimentó una expansión significativa, siendo testigo de algunos de los grupos de animales más emblemáticos que han fascinado a los científicos y al público en general. El fin del Cretácico, con la extinción masiva al final de este periodo, marcó el fin de los dinosaurios no aviares, aunque la vida en la Tierra, como se conoce hoy, seguía su curso.
Vida marina en el Cretácico
Los océanos durante el Cretácico se vieron transformados por un aumento en los niveles de los mares, lo que resultó en una expansión de las aguas costeras y la formación de mares interiores. Esto creó una diversidad de hábitats marinos ricos y variados que fueron perfectos para una gran cantidad de especies de fauna marina. A medida que las masas de tierra se separaban debido a la continua expansión de los continentes, los océanos se diversificaron y proporcionaron nuevos nichos ecológicos para los organismos marinos.
Dinosaurios marinos y reptiles marinos
Los mares del Cretácico fueron el hogar de algunos de los depredadores más formidables que jamás hayan existido. Entre ellos se destacaron los mosasaurios, reptiles marinos de gran tamaño relacionados con los lagartos. Estos animales eran cazadores eficientes, con cuerpos hidrodinámicos, mandíbulas poderosas y una dieta variada que incluía peces, moluscos y otros reptiles marinos. El Ictiosaurio, un reptil marino que ya había existido en el Jurásico, continuó siendo prominente al principio del Cretácico. Sin embargo, su número se redujo hacia el final del periodo debido a la competencia con los mosasaurios.
Otro grupo importante en los mares del Cretácico fueron los plesiosaurios, conocidos por sus cuerpos largos y sus cuellos extremadamente alargados. Estos reptiles acuáticos eran típicamente carnívoros y se alimentaban de peces y calamares, utilizando sus grandes aletas para nadar de manera eficiente.
Invertebrados marinos
Los mares del Cretácico también fueron hogar de una abundante y diversa fauna invertebrada. Uno de los grupos más notables de la época fueron los ammonites, moluscos cefalópodos con conchas espiraladas que florecieron durante este periodo. Los ammonites no solo eran una parte importante de las cadenas alimenticias marinas, sino que también se han convertido en indicadores clave para los geólogos al estudiar el Cretácico. Estos animales se extinguieron al final del Cretácico, pero su importancia en la paleontología y el estudio de la fauna marina prehistórica persiste.
Los bivalvos y gasterópodos también fueron abundantes, y formaron vastos bancos de conchas que han dejado evidencias fósiles muy útiles para los paleontólogos. Los corales se desarrollaron de manera prominente, formando extensos arrecifes en las aguas cálidas y poco profundas que cubrían gran parte de los mares del Cretácico.
Vida marina en los mares interiores
Los mares interiores que se formaron en vastas áreas de los continentes, especialmente en lo que hoy son Norteamérica y Europa, ofrecieron hábitats únicos para la vida marina. Estos mares interiores eran relativamente poco profundos y cálidos, lo que permitió el florecimiento de grandes poblaciones de organismos marinos como los bivalvos, los crustáceos y los peces.
Los peces óseos y los tiburones fueron comunes en estos mares interiores, lo que proporcionó una rica fuente de alimento para los depredadores más grandes, como los mosasaurios. Los ecosistemas marinos en estos ambientes eran muy diversos, lo que ayudaba a sostener una enorme biodiversidad.
Vida terrestre en el Cretácico
La vida terrestre en el Cretácico también experimentó una expansión sin precedentes. Este periodo fue testigo de la prominencia de los dinosaurios, que dominaron los ecosistemas terrestres durante gran parte de la era. Además, los continentes se alejaban unos de otros, creando nuevas oportunidades ecológicas para una variedad de formas de vida. Las plantas también jugaron un papel crucial en este cambio ecológico, con la expansión de los angiospermas o plantas con flores, que ofrecieron una nueva fuente de alimentos y transformaron los hábitats terrestres.
Dinosaurios del Cretácico
Los dinosaurios fueron la característica más destacada de la fauna terrestre del Cretácico. A lo largo de este periodo, los dinosaurios evolucionaron y diversificaron en una variedad de formas, tamaños y comportamientos. Algunos de los dinosaurios más famosos del Cretácico incluyen:
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Tyrannosaurus rex: Probablemente el dinosaurio carnívoro más famoso, el T. rex vivió en el Cretácico tardío y fue un depredador ápice en los ecosistemas terrestres. Su enorme tamaño, junto con sus poderosas mandíbulas y agudas garras, lo convirtieron en uno de los depredadores más temidos de todos los tiempos.
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Triceratops: Este herbívoro, conocido por su gran cabeza con tres cuernos, fue uno de los dinosaurios más grandes y se caracteriza por su comportamiento social en grandes manadas. Aunque no era un depredador, desempeñaba un papel clave en los ecosistemas terrestres de su tiempo.
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Velociraptor: A menudo asociado con películas populares, el Velociraptor era un dinosaurio pequeño, rápido y altamente social que cazaba en grupos. Su agilidad y astucia lo convertían en un depredador formidable.
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Hadrosaurios: Estos dinosaurios herbívoros, conocidos por su aspecto similar a un pato, fueron muy abundantes en el Cretácico y vivieron en grandes manadas. Los hadrosaurios tenían complejos sistemas de dientes adaptados para triturar vegetación dura.
Mamíferos y otras formas de vida terrestre
Aunque los dinosaurios dominaban la Tierra, los mamíferos también comenzaron a evolucionar durante el Cretácico, aunque en formas mucho más pequeñas que las especies actuales. Durante este periodo, los mamíferos eran principalmente nocturnos y pequeños, y no ocuparon la posición dominante que tendrían más tarde en la historia de la Tierra. Estos mamíferos primitivos eran insectívoros y se caracterizaban por su tamaño diminuto.
Además, las plantas con flores (angiospermas) comenzaron a proliferar durante el Cretácico, una innovación evolutiva que cambió el paisaje terrestre de manera significativa. La presencia de flores no solo revolucionó los ecosistemas terrestres, sino que también dio lugar a nuevas interacciones ecológicas entre las plantas y los animales, especialmente los insectos, que se beneficiaron de la polinización.
El fin del Cretácico: la extinción masiva
El fin del Cretácico estuvo marcado por uno de los eventos de extinción más grandes de la historia de la Tierra: la extinción masiva que ocurrió hace aproximadamente 66 millones de años. Esta extinción acabó con el 75% de todas las especies en la Tierra, incluidos todos los dinosaurios no aviares. Se cree que el impacto de un asteroide en lo que hoy es la península de Yucatán, en México, fue la causa principal de este cataclismo, acompañado de intensos cambios climáticos, como la reducción de la luz solar y la caída de temperaturas globales.
Este evento cambió radicalmente la vida en la Tierra, allanando el camino para la evolución y el ascenso de nuevas especies, incluidos los mamíferos, que finalmente dominarían los ecosistemas terrestres en el Cenozoico.
Conclusión
La era Cretácica fue un periodo crucial en la historia de la vida en la Tierra, caracterizado por una abundante biodiversidad tanto en el medio marino como terrestre. Desde los impresionantes reptiles marinos hasta la diversidad de dinosaurios que poblaron los continentes, el Cretácico fue una era de grandes transformaciones y adaptaciones. La extinción al final de este periodo, aunque catastrófica, también permitió que nuevas formas de vida emergieran, estableciendo las bases para el mundo que conocemos hoy en día.