Las úlceras aftosas, también conocidas como llagas o «canker sores» en inglés, son lesiones dolorosas que aparecen en la mucosa de la boca, como en las encías, el interior de las mejillas, la lengua o el paladar. Estas lesiones pueden variar en tamaño, desde pequeñas y poco visibles hasta grandes y profundamente dolorosas. Aunque no suelen ser graves en términos de salud general, su aparición puede resultar incómoda y afectar la calidad de vida de quienes las padecen. A pesar de su prevalencia, las causas exactas de las úlceras aftosas aún no están completamente claras, aunque se han identificado varios factores que pueden contribuir a su aparición.
¿Qué son las úlceras aftosas?
Las úlceras aftosas son lesiones ulceradas, de forma redonda o elíptica, que generalmente tienen un borde bien definido y un centro blanco o amarillo con un halo rojo. Pueden ser solitarias o múltiples y su tamaño puede variar desde unos pocos milímetros hasta un par de centímetros. Se desarrollan en el interior de la boca y pueden ocurrir en diversas áreas de la mucosa oral, lo que incluye las encías, el paladar, el interior de los labios y las mejillas, e incluso la lengua.
El dolor que generan es uno de los síntomas más característicos de estas úlceras, especialmente al hablar, comer o beber. Las personas que las padecen suelen experimentar una molestia significativa, lo que puede dificultar tareas cotidianas. A pesar de su dolor, las úlceras aftosas no son contagiosas y tienden a sanar por sí solas en un plazo de una a dos semanas, aunque en algunos casos pueden durar más tiempo.
Tipos de úlceras aftosas
Las úlceras aftosas se clasifican en tres tipos principales:
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Úlceras menores: Son las más comunes y representan aproximadamente el 80% de los casos. Estas úlceras son pequeñas (generalmente de menos de 1 cm de diámetro), redondas o ovaladas, y tienen un borde bien definido. Usualmente, sanan sin dejar cicatrices dentro de 7 a 14 días.
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Úlceras mayores: Son más grandes y profundas, con un diámetro de más de 1 cm. Pueden durar varias semanas y pueden dejar cicatrices al sanar. Aunque son menos comunes, su dolor puede ser mucho más intenso que el de las úlceras menores.
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Úlceras herpetiformes: Este tipo es más raro y consiste en múltiples úlceras pequeñas que se agrupan en un área. A pesar de su nombre, no están relacionadas con el virus del herpes. Pueden ser muy dolorosas y tienden a curarse en aproximadamente 1 a 2 semanas.
Causas y factores desencadenantes
Las causas exactas de las úlceras aftosas no se entienden completamente, pero se han identificado una serie de factores que pueden contribuir a su aparición. Estos factores incluyen:
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Estrés: El estrés emocional y físico es uno de los desencadenantes más comunes de las úlceras aftosas. Las personas que experimentan altos niveles de ansiedad o estrés pueden ser más propensas a desarrollar estas lesiones bucales.
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Lesiones o trauma en la boca: Las lesiones causadas por mordeduras accidentales, cepillado agresivo de los dientes o el uso de aparatos dentales pueden desencadenar la formación de úlceras.
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Alimentos irritantes: Algunos alimentos, especialmente aquellos que son ácidos o picantes, como los cítricos, los tomates, las nueces y las especias, pueden irritar la mucosa bucal y desencadenar úlceras aftosas en personas susceptibles.
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Cambios hormonales: Las fluctuaciones hormonales, especialmente durante el ciclo menstrual en las mujeres, pueden aumentar la probabilidad de que se desarrollen úlceras.
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Deficiencias nutricionales: La falta de ciertos nutrientes, como vitaminas del complejo B, hierro y zinc, puede predisponer a la aparición de úlceras aftosas.
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Trastornos autoinmunitarios: Algunas enfermedades autoinmunes, como la enfermedad celíaca o el síndrome de Behçet, pueden estar asociadas con la formación recurrente de úlceras.
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Infecciones virales y bacterianas: En algunos casos, las infecciones virales, como las causadas por el virus del herpes simple (aunque las úlceras aftosas no son causadas directamente por este virus), pueden desencadenar la aparición de estas úlceras bucales.
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Factores genéticos: Las úlceras aftosas pueden tener una predisposición genética, ya que las personas que tienen antecedentes familiares de úlceras aftosas son más propensas a desarrollarlas.
Síntomas asociados
El síntoma más evidente de las úlceras aftosas es el dolor. Este dolor puede ser constante o intermitente y suele intensificarse cuando se realiza alguna actividad que implique la boca, como comer, beber o hablar. Además del dolor, los síntomas pueden incluir:
- Enrojecimiento e inflamación alrededor de la úlcera.
- Sensibilidad a ciertos alimentos, especialmente aquellos ácidos, salados o picantes.
- Sensación de ardor o escozor en la zona afectada antes de que aparezca la úlcera visible.
- Dificultad para hablar o comer debido al dolor.
Diagnóstico
El diagnóstico de las úlceras aftosas es generalmente clínico, basado en los síntomas y el examen físico. Un profesional de la salud, como un dentista o un médico, puede realizar una evaluación visual de la boca para identificar las úlceras y determinar su tipo. En la mayoría de los casos, no se requieren pruebas adicionales. Sin embargo, si las úlceras son recurrentes o graves, o si hay otros síntomas inexplicables, pueden ser necesarios análisis de sangre para detectar posibles deficiencias nutricionales o enfermedades subyacentes, como trastornos autoinmunitarios o infecciones.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico que cure las úlceras aftosas de inmediato, ya que estas tienden a sanar por sí solas con el tiempo. Sin embargo, existen varias estrategias para aliviar el dolor y acelerar la curación. Estas incluyen:
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Enjuagues bucales con soluciones salinas: Los enjuagues con agua tibia y sal pueden ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor.
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Analgésicos tópicos: Los geles o cremas de venta libre, como aquellos que contienen benzocaína, pueden adormecer temporalmente el área afectada y reducir el dolor.
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Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs): Fármacos como el ibuprofeno o el paracetamol pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación.
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Suplementos de vitaminas y minerales: Si se detecta una deficiencia de nutrientes como el hierro, el zinc o las vitaminas del complejo B, se pueden recomendar suplementos para corregir el déficit y prevenir la aparición de nuevas úlceras.
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Evitar irritantes alimentarios: Reducir el consumo de alimentos que puedan irritar las úlceras, como los cítricos, las especias, los alimentos duros o los ácidos, puede ser útil para prevenir el dolor y la inflamación.
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Tratamientos médicos: En casos graves o recurrentes, un médico o dentista puede recetar corticosteroides tópicos, que son medicamentos antiinflamatorios que ayudan a reducir la inflamación y acelerar la curación. También pueden recomendar enjuagues con esteroides o antisépticos más fuertes.
Prevención
Si bien no siempre es posible prevenir las úlceras aftosas, existen algunas estrategias que pueden ayudar a reducir su aparición:
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Evitar el estrés: La gestión del estrés, a través de prácticas como la meditación, el ejercicio regular o la respiración profunda, puede reducir la frecuencia de las úlceras.
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Mantener una dieta equilibrada: Comer una dieta rica en vitaminas y minerales esenciales, especialmente hierro, zinc y vitaminas B, puede ayudar a prevenir las úlceras.
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Evitar los alimentos irritantes: Las personas susceptibles a las úlceras aftosas deben evitar alimentos muy ácidos, picantes o abrasivos que puedan dañar la mucosa bucal.
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Mantener una buena higiene oral: Cepillarse los dientes suavemente y usar hilo dental de manera regular puede reducir las posibilidades de lesiones bucales que desencadenen úlceras.
Conclusión
Las úlceras aftosas son lesiones comunes y dolorosas que afectan a muchas personas en algún momento de sus vidas. Aunque no son graves ni contagiosas, pueden causar molestias significativas. Si bien no hay una cura definitiva para las úlceras aftosas, los tratamientos disponibles pueden aliviar el dolor y acelerar la curación. Adoptar un enfoque preventivo, que incluya una dieta saludable, una buena higiene oral y la gestión del estrés, puede ayudar a reducir la frecuencia de aparición de estas llagas. En casos graves o recurrentes, es recomendable consultar a un profesional de la salud para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.