Enfermedades del hígado y de la vesícula biliar

Tumor de hígado: tipos y causas

El tumor hepático, conocido también como neoplasia hepática o tumor del hígado, es una masa anormal de células que se forma en el tejido del hígado. Estos tumores pueden clasificarse en dos grandes categorías: benignos (no cancerosos) y malignos (cancerosos). Dentro de estos dos tipos existen varios subtipos que varían en cuanto a su origen, características y evolución. El hígado, siendo un órgano vital con múltiples funciones esenciales para la vida, como la producción de proteínas y la desintoxicación de sustancias, es vulnerable a diversas afecciones, incluidos los tumores.

Tipos de tumores hepáticos

1. Tumores benignos

Los tumores benignos son aquellos que no se propagan a otras partes del cuerpo ni invaden tejidos cercanos. A pesar de no ser cancerosos, pueden crecer lo suficiente como para causar síntomas o complicaciones.

  • Hemangioma hepático: Es el tumor benigno más común del hígado. Se origina en los vasos sanguíneos y, generalmente, no presenta síntomas ni requiere tratamiento. Sin embargo, si el hemangioma es grande, puede causar dolor abdominal o incluso hemorragias, lo que requeriría una intervención médica.

  • Adenoma hepático: Otro tipo de tumor benigno que surge de los hepatocitos, las células principales del hígado. Los adenomas hepáticos se han relacionado con el uso prolongado de anticonceptivos orales en mujeres. Aunque es benigno, puede romperse y causar hemorragias, y en algunos casos, tiene el potencial de volverse maligno.

  • Hiperplasia nodular focal: Es una proliferación benigna de tejido hepático que forma una masa. Al igual que los adenomas hepáticos, son más comunes en mujeres jóvenes y no suelen causar síntomas.

2. Tumores malignos

Los tumores malignos en el hígado tienen la capacidad de invadir otros órganos y tejidos cercanos, además de propagarse a otras partes del cuerpo (metástasis). Existen dos formas principales de tumores malignos del hígado: los primarios, que se originan en el propio hígado, y los secundarios o metastásicos, que provienen de otros órganos.

  • Carcinoma hepatocelular (CHC): Es el tumor hepático maligno primario más frecuente y se origina en los hepatocitos. El CHC es más común en personas que padecen enfermedades hepáticas crónicas, como la cirrosis hepática, la hepatitis B o la hepatitis C. Los factores de riesgo incluyen el consumo excesivo de alcohol, la obesidad y el tabaquismo. Este tipo de cáncer puede manifestarse con síntomas como dolor abdominal, pérdida de peso inexplicable, fatiga y, en etapas avanzadas, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).

  • Colangiocarcinoma: Este tipo de cáncer surge en los conductos biliares dentro del hígado. Aunque es menos común que el carcinoma hepatocelular, tiene una evolución agresiva. Los pacientes pueden presentar síntomas como ictericia, prurito (picazón en la piel), pérdida de peso y dolor en el lado derecho del abdomen.

  • Angiosarcoma hepático: Es un tumor maligno poco común que se origina en las células que recubren los vasos sanguíneos del hígado. Es uno de los tipos de cáncer más agresivos y tiene una evolución rápida. Se ha relacionado con la exposición a ciertos productos químicos, como el cloruro de vinilo y el arsénico.

  • Hepatoblastoma: Este es un tumor maligno poco común que generalmente afecta a niños menores de tres años. Aunque su causa no se conoce con precisión, se ha asociado con ciertas condiciones genéticas, como el síndrome de Beckwith-Wiedemann. El hepatoblastoma se trata con cirugía y quimioterapia, y tiene un pronóstico relativamente favorable si se detecta a tiempo.

Tumores secundarios o metastásicos

El hígado es un órgano frecuente de metástasis, es decir, es común que tumores de otras partes del cuerpo se diseminen hacia el hígado. Los tumores metastásicos más comunes provienen del cáncer de colon, mama, pulmón y páncreas. Dado que el hígado recibe sangre de varias áreas del cuerpo a través de la vena porta, las células cancerosas de otros órganos pueden llegar al hígado y formar tumores secundarios. El tratamiento de estos tumores depende del origen del cáncer primario.

Causas y factores de riesgo

Las causas exactas de la formación de tumores en el hígado varían según el tipo de tumor. Sin embargo, existen varios factores de riesgo conocidos que aumentan la probabilidad de desarrollar tumores malignos en el hígado, especialmente el carcinoma hepatocelular:

  • Infección crónica por hepatitis B y C: Estas infecciones virales son las principales causas de carcinoma hepatocelular a nivel mundial. El virus de la hepatitis B puede causar cáncer incluso sin cirrosis, mientras que la hepatitis C tiene una fuerte asociación con la cirrosis y el cáncer hepático.

  • Cirrosis: La cirrosis, que es una cicatrización severa del hígado, puede ser causada por varias enfermedades crónicas, como la hepatitis viral y el consumo excesivo de alcohol. Esta condición debilita el hígado y aumenta el riesgo de cáncer.

  • Consumo excesivo de alcohol: El abuso prolongado de alcohol daña el hígado y puede llevar a la cirrosis y, posteriormente, al desarrollo de cáncer hepático.

  • Obesidad y diabetes: Estas condiciones están vinculadas a la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), que puede evolucionar hacia cirrosis y cáncer hepático.

  • Aflatoxinas: Son toxinas producidas por ciertos tipos de moho que contaminan alimentos como el maíz y los cacahuetes. La exposición prolongada a estas toxinas aumenta el riesgo de carcinoma hepatocelular.

Diagnóstico

El diagnóstico de un tumor hepático generalmente comienza con una historia clínica detallada, un examen físico y la realización de pruebas de imagen. Las pruebas más comunes incluyen:

  • Ultrasonido: Suele ser la primera prueba de imagen que se realiza para detectar masas en el hígado.

  • Tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética (RM): Estas pruebas permiten una evaluación más detallada del tamaño, la localización y la naturaleza de la masa hepática.

  • Biopsia hepática: Si las pruebas de imagen no son concluyentes, se puede realizar una biopsia, donde se extrae una pequeña muestra de tejido hepático para examinarla al microscopio.

  • Análisis de sangre: Los marcadores tumorales, como la alfafetoproteína (AFP), son útiles en el diagnóstico y seguimiento del carcinoma hepatocelular.

Tratamiento

El tratamiento de los tumores hepáticos depende del tipo de tumor, su tamaño, localización y si se ha diseminado a otras partes del cuerpo. Los tumores benignos generalmente no requieren tratamiento a menos que causen síntomas o complicaciones. Los tumores malignos, por otro lado, pueden requerir una combinación de tratamientos, como:

  • Cirugía: La resección quirúrgica es el tratamiento de elección para tumores malignos primarios cuando es posible. En algunos casos, se puede realizar un trasplante de hígado.

  • Ablación: Es un tratamiento mínimamente invasivo que destruye el tumor sin necesidad de extraerlo. Puede hacerse mediante radiofrecuencia, microondas o alcoholización.

  • Quimioterapia y terapia dirigida: La quimioterapia sistémica no es muy eficaz en el carcinoma hepatocelular, pero existen terapias dirigidas que bloquean el crecimiento del tumor.

  • Radioterapia: Aunque el hígado es sensible a la radiación, se puede usar en casos seleccionados.

Pronóstico

El pronóstico de los tumores hepáticos depende del tipo de tumor y su estadio en el momento del diagnóstico. Los tumores benignos suelen tener un buen pronóstico, mientras que los tumores malignos tienen una tasa de supervivencia variable, dependiendo de si el cáncer ha sido detectado en una etapa temprana o avanzada. Los pacientes con carcinoma hepatocelular, si no son tratados, generalmente tienen un mal pronóstico, pero el tratamiento temprano puede mejorar significativamente la supervivencia.

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