Tratamiento de la fiebre en niños: Un enfoque integral y basado en evidencia
La fiebre es una respuesta natural del cuerpo ante infecciones y otras condiciones médicas. En los niños, es una de las razones más comunes de consulta pediátrica y, aunque en su mayoría no es peligrosa, puede generar gran preocupación en los padres. El manejo adecuado de la fiebre, la identificación de las causas subyacentes y el uso prudente de medicamentos son esenciales para garantizar el bienestar del niño y evitar complicaciones. Este artículo explora los aspectos fundamentales del tratamiento de la fiebre en los niños, destacando tanto los enfoques clínicos recomendados como los consejos prácticos para los padres.
¿Qué es la fiebre y cómo se mide?
La fiebre se define como una elevación de la temperatura corporal por encima de los 38°C (100.4°F), aunque la temperatura corporal normal puede variar ligeramente entre individuos. En los niños, se considera fiebre cuando la temperatura supera este umbral, y puede ser medida de diferentes maneras: con termómetros digitales, de mercurio (aunque cada vez son menos recomendados), infrarrojos (típicos para medir la temperatura en la frente) y termómetros de oído, cada uno con sus particularidades y recomendaciones de uso.
La fiebre en sí misma no es una enfermedad, sino un síntoma de un proceso subyacente, como infecciones virales o bacterianas, enfermedades autoinmunes, o incluso respuestas a vacunaciones. Es importante tener en cuenta que la fiebre no siempre indica una condición grave, aunque puede ser incómoda tanto para el niño como para los padres.
Causas comunes de fiebre en niños
Las causas de fiebre en los niños pueden clasificarse en varias categorías, y en general, la mayoría de los episodios febril son autolimitados y no requieren tratamiento médico extensivo. Sin embargo, es esencial identificar la causa para determinar el enfoque adecuado de tratamiento.
1. Infecciones virales
Las infecciones virales son la causa más frecuente de fiebre en los niños. Entre ellas se incluyen resfriados, gripe, infecciones del tracto respiratorio superior (como la faringitis viral), y virus gastrointestinales. Estos virus son la principal fuente de fiebre en la mayoría de los niños menores de 5 años, y los síntomas asociados, como tos, secreción nasal, dolor de garganta o malestar estomacal, suelen ser evidentes. Aunque la fiebre puede ser incómoda, generalmente no es grave y se resuelve por sí sola a medida que el cuerpo combate la infección.
2. Infecciones bacterianas
Aunque menos comunes que las virales, las infecciones bacterianas también pueden causar fiebre en los niños. Algunas de las infecciones bacterianas que pueden estar asociadas con fiebre incluyen:
- Otitis media (infección del oído)
- Faringitis estreptocócica (infección de la garganta por estreptococos)
- Neumonía bacteriana
- Infecciones del tracto urinario
- Meningitis bacteriana (una condición grave)
Las infecciones bacterianas requieren tratamiento con antibióticos, por lo que es esencial que los padres busquen atención médica cuando sospechen de una infección bacteriana.
3. Enfermedades autoinmunes y condiciones inflamatorias
En ocasiones, la fiebre en niños puede estar relacionada con trastornos autoinmunes, como la artritis idiopática juvenil o enfermedades inflamatorias como la enfermedad de Kawasaki. Estas condiciones no son tan comunes como las infecciones, pero deben ser consideradas especialmente si la fiebre persiste durante un período prolongado y no responde a los tratamientos convencionales.
4. Reacciones a vacunas
Algunos niños pueden desarrollar fiebre después de recibir ciertas vacunas. La fiebre posvacunal es generalmente leve y temporal, y se resuelve en pocas horas a días. Sin embargo, siempre es recomendable seguir las recomendaciones del pediatra y observar cualquier síntoma inusual.
5. Otros factores
Otras posibles causas de fiebre en los niños incluyen deshidratación, exposición a temperaturas extremas, o como efecto secundario de ciertos medicamentos. En raras ocasiones, la fiebre puede ser el signo de un cáncer o una enfermedad metabólica, pero estos casos son excepcionales.
¿Cuándo se debe consultar a un médico?
Aunque la fiebre por sí sola no suele ser motivo de alarma, hay ciertos signos de alerta que indican que se debe buscar atención médica inmediata:
- La fiebre persiste por más de 48 horas o es recurrente.
- El niño tiene menos de 3 meses de edad y presenta fiebre.
- La fiebre es superior a 40°C (104°F).
- El niño tiene dificultad para respirar, dolor en el pecho o convulsiones.
- Aparece erupción cutánea, sangrados o cambios en el estado de conciencia.
Tratamiento de la fiebre en niños
El tratamiento de la fiebre en niños debe centrarse en aliviar el malestar y tratar la causa subyacente, si es posible. A continuación, se detallan las opciones de manejo.
1. Uso de antipiréticos
El tratamiento más común para reducir la fiebre en niños son los antipiréticos. Estos medicamentos ayudan a reducir la temperatura corporal y aliviar el malestar. Los más utilizados son:
- Paracetamol (acetaminofén): Es uno de los medicamentos más seguros y efectivos para tratar la fiebre en niños. Debe administrarse siguiendo las dosis recomendadas según el peso y la edad del niño.
- Ibuprofeno: Otro antipirético común que también tiene propiedades antiinflamatorias. Al igual que el paracetamol, debe administrarse con cuidado y de acuerdo con las indicaciones del pediatra.
Es importante evitar el uso de aspirina en niños debido al riesgo de síndrome de Reye, una afección rara pero grave que afecta el cerebro y el hígado.
2. Hidratación adecuada
Mantener una hidratación adecuada es fundamental cuando un niño tiene fiebre. La fiebre puede causar sudoración excesiva, lo que aumenta el riesgo de deshidratación. Ofrecer líquidos frecuentes, como agua, jugos diluidos o soluciones de rehidratación oral, es crucial para mantener el equilibrio hídrico y evitar complicaciones adicionales.
3. Ambiente fresco y cómodo
Es recomendable vestir al niño con ropa ligera y mantener la habitación fresca y ventilada. Evitar el uso de cobijas pesadas o ropa excesiva, ya que esto puede aumentar la temperatura corporal. Si el niño tiene calor, se puede optar por un baño tibio (no frío) para ayudar a reducir la fiebre. Sin embargo, los baños fríos deben evitarse, ya que pueden causar un choque térmico y empeorar el malestar.
4. Descanso y observación
El descanso es esencial para que el cuerpo del niño pueda luchar contra la infección o condición que está causando la fiebre. Durante este tiempo, se debe observar cuidadosamente cualquier cambio en los síntomas, como dificultad para respirar, desorientación, o la aparición de nuevos síntomas.
5. Tratamiento específico de la causa subyacente
En caso de que la fiebre sea causada por una infección bacteriana, el médico recetará antibióticos. Es crucial completar el ciclo completo de antibióticos tal como lo indique el pediatra, incluso si los síntomas mejoran antes de tiempo. En el caso de infecciones virales, no existen medicamentos que curen directamente el virus, pero los antipiréticos y los cuidados de apoyo (como la hidratación y el descanso) son esenciales para la recuperación.
Prevención de la fiebre
Si bien no siempre es posible prevenir la fiebre, ciertas medidas pueden reducir el riesgo de infecciones y otros factores que la desencadenan:
- Vacunación: Mantener al día las vacunas de acuerdo con el calendario recomendado por el pediatra.
- Higiene adecuada: Fomentar hábitos de higiene como el lavado frecuente de manos para prevenir infecciones virales y bacterianas.
- Evitar el contacto con personas enfermas: Siempre que sea posible, evitar que el niño entre en contacto con personas que estén enfermas.
Conclusión
La fiebre en los niños es un síntoma común y generalmente no representa una amenaza grave para la salud. Sin embargo, es importante monitorear de cerca a los niños febril y consultar al pediatra en caso de que la fiebre sea persistente, elevada o acompañada de otros síntomas preocupantes. El tratamiento debe centrarse en aliviar el malestar y tratar la causa subyacente, con un enfoque cuidadoso en el uso de antipiréticos, la hidratación y el descanso. Si bien la fiebre puede ser angustiante para los padres, en la mayoría de los casos se resuelve por sí sola sin complicaciones graves.