El Sarna: Causas, Transmisión y Prevención
La sarna, también conocida como escabiosis, es una enfermedad de la piel altamente contagiosa provocada por un ácaro microscópico llamado Sarcoptes scabiei. Este ácaro se introduce en la capa más superficial de la piel, causando una intensa picazón, erupciones cutáneas y otros síntomas característicos. Aunque la sarna es común en diversas partes del mundo, se presenta especialmente en zonas con condiciones de vida insalubres, donde el contacto cercano entre personas es frecuente.
Este artículo tiene como objetivo abordar cómo se transmite el sarna, sus principales síntomas, las medidas de prevención y el tratamiento disponible para erradicar la enfermedad.
Causas y Desarrollo de la Sarna
La sarna es causada por el ácaro Sarcoptes scabiei, un parásito que infesta la piel humana. Este ácaro se encuentra principalmente en la capa córnea de la epidermis, donde excava túneles para depositar sus huevos. Estos ácaros se alimentan de las células muertas de la piel y sus heces generan una reacción inflamatoria en la persona afectada, que se manifiesta como picazón intensa, erupciones y lesiones en la piel.
La infestación comienza cuando un individuo entra en contacto cercano con alguien que ya tiene sarna. Aunque el ácaro puede vivir durante varias horas fuera del cuerpo humano, su supervivencia y reproducción dependen de la piel del huésped. La picazón que genera la sarna suele ser más intensa durante la noche debido a la actividad del ácaro.
Mecanismos de Transmisión
La sarna se transmite de una persona a otra principalmente a través del contacto físico directo y prolongado. Los ácaros no son capaces de saltar o volar, por lo que necesitan un contacto estrecho con una persona infectada para propagarse. Esto explica por qué el sarna es más común en ambientes donde las personas están en contacto cercano, como en hogares, guarderías, hospitales, residencias de ancianos, y en lugares donde se comparten camas o ropa.
El contacto sexual es una de las formas más comunes de transmisión de la sarna, especialmente en adultos. De hecho, la sarna es considerada una enfermedad de transmisión sexual (ETS), debido a que el contacto sexual sin protección con una persona infectada puede facilitar la transmisión del ácaro.
Además, aunque es menos frecuente, también se puede transmitir mediante el contacto con objetos personales contaminados, como toallas, sábanas, ropa de cama o ropa en general. Sin embargo, la transmisión a través de objetos es menos común que la transmisión directa entre personas.
Síntomas de la Sarna
El principal síntoma de la sarna es la picazón, que suele intensificarse por la noche. Este picor es una reacción alérgica a los ácaros, sus heces y sus huevos en la piel. Además de la picazón, las personas con sarna experimentan diversos síntomas, entre los cuales se incluyen:
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Erupciones cutáneas: Pequeñas pápulas, enrojecimiento, o vesículas que se pueden convertir en costras. Estas erupciones suelen aparecer en áreas como las muñecas, entre los dedos, codos, axilas, genitales, y en la parte baja de la espalda, aunque pueden afectar cualquier parte del cuerpo.
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Lesiones en la piel: El rascado constante puede causar heridas abiertas o infecciones secundarias debido a la bacteria Staphylococcus aureus.
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Líneas en la piel: Los ácaros excavan túneles en la capa superior de la piel, lo que deja marcas visibles que pueden ser identificadas por un médico.
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Hinchazón y enrojecimiento: Como resultado de la irritación y la reacción alérgica, las áreas afectadas pueden presentar inflamación.
Diagnóstico de la Sarna
El diagnóstico de la sarna se realiza principalmente mediante la observación de los síntomas clínicos. Los médicos pueden examinar la piel en busca de erupciones características, túneles visibles del ácaro o lesiones de rascado. Para confirmar el diagnóstico, el dermatólogo puede tomar una pequeña muestra de piel o realizar un raspado, el cual es examinado al microscopio para buscar los ácaros, sus huevos o sus heces.
En algunos casos, si los síntomas son atípicos o difíciles de identificar, se pueden realizar otros exámenes para descartar otras afecciones dermatológicas, como dermatitis o infecciones bacterianas.
Tratamiento de la Sarna
El tratamiento para la sarna se basa en el uso de medicamentos tópicos que eliminan los ácaros y sus huevos. Los tratamientos más comunes incluyen:
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Permetrina: Una crema o loción al 5% es uno de los tratamientos más utilizados. Se debe aplicar sobre toda la piel desde el cuello hacia abajo, dejándola actuar durante al menos 8 horas antes de enjuagarla. Es posible que se requiera una segunda aplicación después de una semana.
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Lindano: Un medicamento en loción o crema que también se usa para tratar la sarna, aunque se recomienda con precaución debido a sus posibles efectos secundarios, especialmente en niños y personas con problemas de piel.
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Ivermectina: Un medicamento oral que se puede utilizar en casos más graves de sarna o cuando los tratamientos tópicos no son efectivos. La ivermectina se toma en dosis orales y a menudo se administra en dos dosis separadas por una semana.
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Crotamitón: Es otro medicamento tópico que se utiliza para tratar la sarna, aunque no es tan efectivo como la permetrina.
Además del tratamiento médico, es esencial lavar todas las sábanas, toallas y ropa que haya estado en contacto con la persona infectada. El ácaro puede sobrevivir fuera del cuerpo humano por unas horas, por lo que la limpieza adecuada de estos objetos ayuda a prevenir la reinfestación.
Prevención de la Sarna
Aunque la sarna es una enfermedad altamente contagiosa, se pueden tomar varias medidas preventivas para evitar su propagación. Entre las más importantes se encuentran:
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Evitar el contacto cercano con personas infectadas: La prevención principal radica en evitar el contacto directo prolongado con una persona que esté sufriendo de sarna, especialmente durante los brotes en comunidades o entornos de alta exposición.
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Lavado frecuente de manos: Aunque no es la principal vía de transmisión, el lavado de manos adecuado puede ayudar a reducir el riesgo de contagio si se entra en contacto con objetos contaminados.
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Limpieza de ropa y sábanas: La ropa y las sábanas de las personas infectadas deben ser lavadas a alta temperatura para matar los ácaros y sus huevos. También es recomendable secar la ropa a altas temperaturas, ya que el calor extremo elimina los parásitos.
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Tratamiento de las personas cercanas: Si una persona ha sido diagnosticada con sarna, es importante que los miembros del hogar y otras personas en contacto cercano también reciban tratamiento preventivo para evitar la propagación del parásito.
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Uso de barreras de protección: En ambientes de alto riesgo, como en instalaciones de salud o albergues, el uso de ropa de cama y toallas personales separadas puede reducir la posibilidad de transmisión.
Conclusión
La sarna es una enfermedad de la piel que, aunque desagradable y molesta, es tratable y prevenible. Con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, la mayoría de las personas se recuperan completamente sin complicaciones. Es esencial seguir las pautas de prevención, especialmente en comunidades o lugares donde el contacto cercano entre personas es frecuente. Si se sospecha de sarna, es importante buscar atención médica para recibir un tratamiento efectivo y evitar la propagación de la enfermedad.
Si bien el sarna ha existido durante miles de años, el avance en el diagnóstico y tratamiento ha permitido reducir su impacto en la salud pública, haciendo que sea menos frecuente en la mayoría de los países desarrollados. Sin embargo, sigue siendo una preocupación en áreas con recursos limitados y condiciones de vida más precarias.