Fenómenos sociales

Teorías del Acoso Escolar

Teorías que explican el fenómeno del acoso escolar (bullying)

El fenómeno del acoso escolar, conocido internacionalmente como bullying, ha sido objeto de estudio durante las últimas décadas debido a su prevalencia creciente y las consecuencias que puede tener sobre el desarrollo emocional, social y académico de los estudiantes. A medida que más investigaciones se han realizado, se han formulado diferentes teorías que tratan de explicar este comportamiento, sus causas y las dinámicas que se desarrollan dentro de los contextos en los que tiene lugar. En este artículo, se abordarán las principales teorías que intentan explicar el fenómeno del bullying, con el objetivo de comprender mejor cómo se origina y cómo se puede prevenir.

1. Teoría del aprendizaje social

Una de las teorías más influyentes en el estudio del acoso escolar es la teoría del aprendizaje social, desarrollada por el psicólogo Albert Bandura. Según esta teoría, el comportamiento de acoso no es innato, sino que se aprende a través de la observación y la imitación de otros. Los niños que presencian conductas agresivas en su entorno familiar, en los medios de comunicación o en sus pares, son más propensos a reproducir estos comportamientos. Esta teoría subraya la importancia de los modelos a seguir: si un niño observa que el acoso es recompensado (por ejemplo, ganando poder, popularidad o control), es más probable que repita este comportamiento para alcanzar esos mismos resultados.

El aprendizaje social también explica cómo los acosadores pueden aprender a desensibilizarse ante el sufrimiento ajeno, al observar que los comportamientos violentos no tienen consecuencias negativas inmediatas. Además, si el acosador ve que no hay sanciones para sus acciones, puede internalizar la idea de que el bullying es una forma aceptable de resolver conflictos o de afirmar su poder.

2. Teoría de la frustración-agresión

Otra teoría importante para entender el acoso escolar es la teoría de la frustración-agresión, propuesta por los psicólogos John Dollard y Neal Miller en 1939. Según esta teoría, el acoso escolar puede ser el resultado de la frustración que experimenta el agresor cuando sus deseos o necesidades no son satisfechos, y esta frustración se canaliza a través de la agresión hacia una víctima más vulnerable. En el contexto escolar, los acosadores a menudo experimentan frustraciones derivadas de diversas fuentes, como problemas familiares, dificultades académicas, conflictos con amigos o la incapacidad de cumplir con las expectativas sociales.

El principio central de esta teoría es que la agresión es una respuesta a la frustración, y que las personas buscan desahogar su malestar de manera externa. En el caso de los niños que practican el bullying, la violencia hacia otros puede ser una forma de liberar las tensiones acumuladas, especialmente cuando no tienen otras vías para expresar sus emociones de manera constructiva.

3. Teoría de la jerarquía social

La teoría de la jerarquía social, o teoría del estatus social, se centra en las dinámicas de poder que existen dentro de los grupos sociales, incluidos los grupos escolares. Esta teoría sugiere que los niños y adolescentes que participan en el bullying lo hacen como una manera de establecer o mantener su posición dentro de una jerarquía social. En un entorno escolar, existen estructuras de poder no oficiales entre los estudiantes, donde algunos son considerados populares o dominantes, mientras que otros son percibidos como vulnerables o de bajo estatus.

Los acosadores, en este sentido, utilizan el bullying como una forma de aumentar su poder y prestigio social frente a sus compañeros. La agresión puede ser una manera de demostrar superioridad, ya que al humillar o intimidar a otros, los acosadores refuerzan su estatus dentro del grupo. Esta teoría resalta cómo el bullying no solo tiene que ver con el deseo de causar daño, sino con la necesidad de afirmarse dentro de una jerarquía social que premia la agresividad.

4. Teoría del déficit de empatía

Otra perspectiva relevante es la teoría del déficit de empatía, que propone que los acosadores suelen carecer de la capacidad para ponerse en el lugar de los demás y comprender el sufrimiento ajeno. La falta de empatía puede ser un factor clave en la perpetración del bullying, ya que los agresores no perciben la gravedad de sus acciones ni se sienten culpables por el daño que causan. Esta teoría se apoya en la idea de que la empatía es una habilidad social fundamental que se desarrolla en la infancia, y que los niños que no tienen oportunidades de desarrollarla adecuadamente pueden tener dificultades para comprender las emociones de sus compañeros.

El déficit de empatía también puede estar relacionado con el entorno en el que el niño crece. Si un niño es testigo o víctima de abuso o negligencia, es posible que no aprenda a reconocer las señales emocionales de los demás, lo que puede contribuir a la perpetuación del bullying. En este contexto, la agresión se convierte en una forma de control y poder, más que en una respuesta a un conflicto legítimo.

5. Teoría de la personalidad

La teoría de la personalidad sugiere que ciertos rasgos de carácter y temperamento pueden predisponer a un niño o adolescente a involucrarse en el bullying. Según esta teoría, los individuos que son más impulsivos, tienen un control de los impulsos deficiente o muestran una tendencia a ser agresivos, pueden ser más propensos a acosar a otros. Además, aquellos con una baja tolerancia a la frustración y una mayor necesidad de control pueden utilizar el bullying como una forma de lidiar con situaciones que no pueden manejar de manera emocionalmente adecuada.

Los niños que se sienten inseguros o que tienen una autoestima baja también pueden recurrir al bullying como una forma de elevar su propio sentido de valía personal. Al intimidar a otros, buscan sentirse mejor consigo mismos al disminuir el valor de las víctimas. Esto refuerza la idea de que el acoso no solo es una manifestación de agresividad, sino también un mecanismo defensivo frente a inseguridades internas.

6. Teoría de la cultura de la violencia

Una teoría que ha ganado relevancia en los últimos años es la teoría de la cultura de la violencia, que postula que el acoso escolar es el resultado de una cultura que normaliza la violencia en diversos contextos sociales. Esta perspectiva señala que, en sociedades donde la violencia es común en los medios de comunicación, la política y las relaciones interpersonales, los niños pueden aprender a ver la agresión como una forma válida de resolver conflictos o conseguir lo que desean. En este sentido, los niños que crecen en entornos donde la violencia es prevalente, ya sea en casa o en el barrio, pueden replicar estos patrones en la escuela.

La exposición constante a la violencia a través de la televisión, los videojuegos o las redes sociales puede desensibilizar a los jóvenes ante el sufrimiento de los demás y hacer que la agresión sea percibida como algo normal o incluso divertido. Por lo tanto, la cultura de la violencia puede influir directamente en la forma en que los estudiantes se relacionan con sus compañeros y, en muchos casos, desencadenar comportamientos de bullying.

Conclusión

El bullying es un fenómeno complejo que tiene múltiples causas y factores de riesgo. Las teorías que explican el acoso escolar destacan tanto los aspectos individuales como los contextuales que contribuyen a su aparición y perpetuación. Desde la perspectiva del aprendizaje social, pasando por las teorías de la frustración-agresión, la jerarquía social, el déficit de empatía, la personalidad y la cultura de la violencia, es evidente que el bullying no puede ser entendido de manera unidimensional.

Cada una de estas teorías ofrece una clave para prevenir y abordar el bullying en el entorno escolar. La intervención debe ser integral, considerando tanto la modificación de los comportamientos agresivos como la promoción de habilidades emocionales, la construcción de una cultura de respeto y el fortalecimiento de la empatía en los estudiantes. Solo a través de un enfoque multifacético será posible erradicar este fenómeno y promover un entorno educativo más seguro y saludable para todos.

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