Por qué deberías simular ir a trabajar todos los días si trabajas desde casa
El trabajo desde casa ha sido una de las transformaciones laborales más significativas en las últimas décadas. Con la llegada de la tecnología y, más recientemente, de la pandemia de COVID-19, muchas empresas adoptaron modalidades de trabajo remoto como parte de su estrategia a largo plazo. Sin embargo, aunque trabajar desde casa ofrece numerosas ventajas, también presenta desafíos que afectan tanto a la productividad como al bienestar personal. Uno de estos desafíos es la rutina diaria que, a pesar de no requerir desplazamiento físico, sigue siendo esencial para mantener un equilibrio laboral y personal saludable. En este sentido, un comportamiento curioso pero efectivo ha emergido entre los teletrabajadores: la necesidad de simular que se van a trabajar, a pesar de estar en casa. A continuación, exploraremos por qué este tipo de «ritual» puede ser beneficioso para quienes trabajan desde su hogar.
La importancia de establecer una rutina diaria
Una de las primeras razones por las cuales es crucial simular que uno va a trabajar todos los días es la necesidad de establecer una rutina diaria. Las rutinas son fundamentales para la organización mental y emocional, ya que permiten que el cerebro se enfoque en las tareas que se deben realizar a lo largo del día. El hecho de vestirse como si fuera a salir de casa, de tomar un café como si estuviera en la oficina o de organizar el espacio de trabajo como si fuera un ambiente laboral real, ayuda a establecer una separación clara entre el tiempo personal y el tiempo de trabajo.
Sin una rutina definida, puede resultar muy fácil caer en la procrastinación o incluso sentir que el día se convierte en una sucesión de momentos sin propósito, lo que afecta la productividad. Al simular que se va a trabajar, el cerebro recibe señales claras de que se inicia una jornada laboral, lo cual facilita un enfoque más productivo.
Establecer límites entre lo personal y lo profesional
Uno de los mayores retos del trabajo desde casa es la dificultad para establecer límites entre la vida personal y la vida laboral. Cuando no hay un espacio físico de oficina, puede ser complicado desconectar de las tareas del trabajo, y la línea que separa ambos mundos tiende a difuminarse. Simular que se va a trabajar, como salir de la cama, vestirse de manera profesional y organizar el entorno de trabajo, permite crear un ambiente psicológico donde las personas pueden asociar ese espacio con el trabajo, en lugar de con la relajación o el descanso.
Además, esta acción ayuda a evitar que se invadan los espacios de descanso con la ansiedad del trabajo. Cuando se trabaja desde casa, se corre el riesgo de estar «trabajando» constantemente, incluso fuera del horario laboral. Al simular que se va al trabajo, el cerebro entiende que es el momento de concentrarse exclusivamente en las responsabilidades profesionales, lo que facilita desconectar al final del día y evitar el agotamiento.
Fomentar la disciplina personal
El trabajo desde casa requiere una alta dosis de disciplina personal, y aunque se tiene la flexibilidad de crear horarios propios, esta libertad puede volverse en contra si no se establece un compromiso firme con la productividad. Simular que se va al trabajo también es una manera de reforzar esa disciplina personal, ya que implica seguir ciertas normas y horarios, como si se tratara de una jornada laboral convencional. Esto puede incluir tomar un descanso para el almuerzo, hacer pausas programadas o incluso no ceder a la tentación de realizar tareas domésticas durante el horario de trabajo.
Este tipo de disciplina también tiene un impacto positivo en la salud mental. La sensación de haber completado un día de trabajo bien hecho, con sus respectivas pausas y descanso, crea una satisfacción personal que refuerza la motivación para continuar siendo productivo día tras día.
Mejorar la interacción social
Aunque el trabajo remoto ofrece una flexibilidad en términos de ubicación, también puede generar un aislamiento social considerable. Al simular que se va a trabajar todos los días, es posible establecer ciertos momentos en los que se interactúa con compañeros de trabajo a través de videollamadas, chats o correos electrónicos. Estos momentos de interacción, aunque virtuales, son esenciales para mantener un sentido de comunidad y colaboración, aspectos que pueden verse reducidos cuando se trabaja desde casa durante largos periodos sin contacto humano directo.
Además, la interacción social también juega un papel clave en la salud emocional y en el bienestar general. La sensación de estar «fuera de casa» y en un entorno laboral ayuda a evitar el aislamiento y la soledad, emociones que pueden aumentar si no se toma la iniciativa de mantener contacto con los demás.
La gestión del espacio de trabajo
El espacio de trabajo en casa debe ser distinto al espacio de descanso. No basta con colocar una mesa en cualquier parte de la casa; el lugar donde se trabaje debe estar diseñado de manera que favorezca la concentración y la productividad. Simular que se va al trabajo cada día también implica tomar en serio el entorno laboral. Esto se traduce en organizar el espacio de manera adecuada, asegurándose de que esté limpio, ordenado y libre de distracciones.
Por ejemplo, el dormitorio o el salón pueden estar asociados con el descanso, y por lo tanto, no deberían convertirse en lugares de trabajo. De este modo, simular que se va a la oficina ayuda a crear la distinción entre esos espacios y a mantener un entorno más eficiente y profesional en el hogar.
El impacto psicológico positivo
La psicología humana responde muy bien a las rutinas establecidas, ya que ayudan a reducir la incertidumbre y la ansiedad. El hecho de simular que se va al trabajo cada día ofrece un sentido de normalidad, especialmente en momentos de incertidumbre. La psicóloga Deborah Serani explica que las rutinas crean un marco estable para el día, lo que reduce el estrés y la ansiedad. Esto es particularmente importante en entornos laborales donde se realiza el trabajo de forma remota, y se puede sentir desconexión o falta de dirección.
La sensación de estar «haciendo lo correcto» y cumpliendo con los propios objetivos profesionales también contribuye a una autoestima elevada. La acción simbólica de vestirse adecuadamente y salir de casa para «trabajar» establece un sentido de logro, lo que genera una actitud positiva hacia las tareas que se deben cumplir.
Aumento de la productividad
Finalmente, al simular que se va al trabajo, muchas personas reportan un aumento en su productividad. Esto puede deberse a que el cerebro comienza a asociar ciertos comportamientos, como vestirse, tomar un café, o incluso «salir de casa», con la necesidad de concentrarse en tareas específicas. Estas pequeñas señales activan el modo trabajo y permiten que la productividad fluya de manera más natural, al igual que si se estuviera en una oficina tradicional.
La rutina creada por este «ritual» ayuda a minimizar las distracciones y facilita la priorización de tareas, ya que el cerebro ya está preparado para enfocarse en lo que debe hacer. Esto también puede incluir el uso de técnicas como la «técnica Pomodoro» o la asignación de bloques de tiempo específicos para cada tarea.
Conclusión
En resumen, simular que se va al trabajo todos los días, incluso cuando se trabaja desde casa, tiene varios beneficios que van más allá de lo superficial. Este comportamiento ayuda a establecer una rutina sólida, mejora la separación entre la vida personal y profesional, fomenta la disciplina y mantiene la productividad en niveles altos. A pesar de las comodidades que ofrece el trabajo remoto, simular que se va a trabajar cada día ayuda a crear una estructura que beneficia tanto la salud mental como la eficiencia en el entorno laboral. Al final, la clave está en aprovechar la flexibilidad que ofrece el trabajo desde casa sin sacrificar los beneficios de una rutina laboral tradicional.