Medicina y salud

Sarampión: Prevención y Complicaciones

La sarampión: Un repaso completo sobre su historia, síntomas y prevención

El sarampión, conocido científicamente como morbilli, es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta principalmente a los niños, aunque también puede presentarse en adultos no inmunizados. A lo largo de la historia, el sarampión ha sido una de las principales causas de mortalidad infantil, especialmente en regiones con acceso limitado a la atención médica y a la vacunación. Este artículo tiene como objetivo proporcionar un panorama completo sobre el sarampión, cubriendo desde sus orígenes hasta las estrategias de prevención más efectivas en la actualidad.

Historia del sarampión

El sarampión ha estado presente en la humanidad durante siglos. Se cree que la enfermedad surgió hace más de mil años, probablemente en el contexto de la domesticación de animales y la formación de grandes asentamientos humanos. El virus del sarampión pertenece a la familia Paramyxoviridae, y su evolución está estrechamente relacionada con el virus de la peste bovina, lo que sugiere un origen zoonótico.

El sarampión fue descrito por primera vez de manera detallada por el médico persa Rhazes (Al-Razi) en el siglo IX, quien lo distinguió de la viruela. A lo largo de la historia, el sarampión ha causado grandes epidemias, con tasas de mortalidad particularmente altas en poblaciones que nunca antes habían sido expuestas al virus.

Transmisión del virus

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas que existen. Se propaga a través de las gotículas respiratorias cuando una persona infectada tose o estornuda. El virus puede permanecer activo y contagioso en el aire o en superficies contaminadas durante varias horas, lo que facilita su rápida diseminación en comunidades no inmunizadas.

Una vez que el virus ingresa al cuerpo, se replica en la garganta y los pulmones antes de diseminarse a todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo. El período de incubación del virus es generalmente de 10 a 12 días antes de que aparezcan los primeros síntomas.

Síntomas del sarampión

Los síntomas del sarampión suelen aparecer entre 10 y 14 días después de la exposición al virus. La enfermedad comienza con síntomas similares a los de un resfriado común, incluyendo:

  • Fiebre alta: A menudo superior a 38.5 °C.
  • Tos seca.
  • Rinorrea (secreción nasal).
  • Conjuntivitis (ojos enrojecidos y llorosos).

Uno de los signos más característicos del sarampión son las manchas de Koplik, pequeñas manchas blancas que aparecen en la mucosa de la boca, generalmente en las mejillas, unos dos o tres días después del inicio de la fiebre. Estas manchas son un indicativo temprano de la enfermedad y suelen preceder a la erupción cutánea típica.

La erupción del sarampión comienza generalmente unos días después de la aparición de los síntomas iniciales. Se presenta como manchas rojas planas que comienzan en la cara y se extienden hacia abajo por el resto del cuerpo. La erupción puede durar de cinco a siete días y está acompañada de fiebre alta.

Complicaciones del sarampión

Aunque en muchos casos el sarampión es una enfermedad autolimitada que se resuelve sin complicaciones graves, en otros casos puede ser fatal o causar complicaciones a largo plazo. Las complicaciones más comunes incluyen:

  • Neumonía: La complicación más común y una de las principales causas de muerte asociadas con el sarampión.
  • Encefalitis: Una inflamación del cerebro que puede causar daño cerebral permanente o la muerte.
  • Otitis media: Infección del oído medio, que puede llevar a la pérdida de la audición.
  • Diarrea severa: Puede conducir a la deshidratación.

Además, el sarampión puede debilitar el sistema inmunológico de manera temporal, aumentando la susceptibilidad a otras infecciones durante varios meses después de la recuperación.

Prevención del sarampión

La mejor manera de prevenir el sarampión es mediante la vacunación. La vacuna contra el sarampión es altamente efectiva y se administra comúnmente en combinación con las vacunas contra las paperas y la rubéola (vacuna triple viral, MMR por sus siglas en inglés).

  • Vacunación infantil: Se recomienda que los niños reciban la primera dosis de la vacuna entre los 12 y 15 meses de edad, y una segunda dosis entre los 4 y 6 años. La primera dosis proporciona alrededor del 93% de protección contra el sarampión, mientras que la segunda dosis eleva esta protección a aproximadamente el 97%.

  • Inmunidad de grupo: La inmunidad colectiva o de grupo es crucial para prevenir brotes de sarampión. Cuando una alta proporción de la población está vacunada, se reduce la probabilidad de transmisión del virus, protegiendo así a aquellos que no pueden vacunarse, como los bebés menores de un año o personas con sistemas inmunológicos debilitados.

En algunos casos, se puede administrar inmunoglobulina a personas no vacunadas que han estado expuestas al virus, dentro de los seis días posteriores a la exposición, para reducir la gravedad de la enfermedad.

Tratamiento del sarampión

No existe un tratamiento antiviral específico para el sarampión, por lo que el enfoque principal es el manejo de los síntomas y la prevención de complicaciones. Las recomendaciones incluyen:

  • Reposo en cama: Para ayudar al cuerpo a recuperarse.
  • Hidratación adecuada: Para prevenir la deshidratación.
  • Medicación para la fiebre: Como el paracetamol, para reducir la fiebre y aliviar el malestar general.

En casos severos, puede ser necesario el tratamiento hospitalario para complicaciones como la neumonía o la encefalitis. También se ha demostrado que la administración de vitamina A reduce la gravedad de la enfermedad en los niños, especialmente en aquellos que presentan deficiencia de esta vitamina.

El impacto global del sarampión

A pesar de la disponibilidad de una vacuna efectiva, el sarampión sigue siendo un problema de salud pública a nivel global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018, hubo más de 140,000 muertes por sarampión, la mayoría de ellas en niños menores de cinco años.

Las tasas de vacunación han disminuido en algunas regiones debido a factores como la desinformación sobre la seguridad de las vacunas, conflictos armados, y la falta de infraestructura de salud. Esta disminución ha llevado a un aumento en los brotes de sarampión, incluso en países donde la enfermedad había sido casi erradicada.

Conclusión

El sarampión es una enfermedad prevenible mediante la vacunación, pero sigue representando un desafío significativo para la salud pública a nivel mundial. La vacunación no solo protege a los individuos, sino que también contribuye a la inmunidad colectiva, previniendo la propagación del virus y protegiendo a las poblaciones más vulnerables. La educación y la concienciación sobre la importancia de la vacunación son esenciales para erradicar el sarampión y evitar que resurjan brotes en todo el mundo.

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