Familia y sociedad

Retos del Desarrollo Comunitario

El Desafío de la Transformación Social: ¿Qué ha Perdido la Desarrollo Comunitario en su Camino?

La desarrollo comunitario es una disciplina que ha tenido un papel crucial en la configuración de las sociedades modernas, especialmente en las últimas décadas, cuando los procesos de globalización, urbanización y cambios en la estructura económica han remodelado las relaciones sociales y las expectativas de los ciudadanos. A lo largo de su historia, el concepto de desarrollo comunitario ha transitado por diversas etapas, cada una reflejando los cambios ideológicos, políticos y económicos que predominaban en su momento. Sin embargo, al mirar en retrospectiva, es pertinente preguntarse: ¿Qué ha perdido esta disciplina en su camino hacia la modernidad? ¿Ha sido capaz de mantener su esencia transformadora o ha sucumbido a las presiones de una realidad compleja y cambiante?

La Esencia del Desarrollo Comunitario

Para comprender lo que se ha perdido en el proceso de desarrollo comunitario, primero es necesario entender sus orígenes y objetivos. El desarrollo comunitario, como práctica y filosofía, surgió en el siglo XX con la finalidad de promover la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones que afectaban su bienestar. A lo largo de los años, se consolidó como un enfoque que enfatizaba la autonomía local, la solidaridad y la equidad social.

En su forma más pura, el desarrollo comunitario buscaba fortalecer las capacidades internas de las comunidades, empoderarlas y ofrecerles las herramientas necesarias para que pudieran mejorar sus condiciones de vida sin depender exclusivamente de ayudas externas. Este enfoque se basaba en la idea de que las soluciones más efectivas y sostenibles para los problemas sociales y económicos provenían de la propia comunidad, y que los ciudadanos deberían ser los arquitectos de su futuro.

Sin embargo, con el paso del tiempo, este ideal ha comenzado a diluirse, particularmente debido a la creciente globalización, mercantilización y las políticas neoliberales que han predominado en las últimas décadas.

La Mercantilización del Desarrollo Comunitario

Uno de los aspectos más destacados de la transformación del desarrollo comunitario ha sido la influencia del mercado y las fuerzas económicas globales sobre las políticas públicas y las intervenciones comunitarias. En las últimas décadas, las intervenciones en desarrollo se han visto cada vez más influenciadas por modelos de negocio y enfoques de mercado, lo que ha cambiado radicalmente la naturaleza de los programas de desarrollo.

La mercantilización de los servicios sociales ha llevado a la creación de programas que a menudo se centran más en la eficiencia y la rentabilidad que en la efectividad de las soluciones a largo plazo para las comunidades. En lugar de promover un cambio estructural profundo y sostenible, muchas iniciativas de desarrollo comunitario ahora están diseñadas para cumplir con ciertos objetivos cuantificables a corto plazo, como la entrega de microcréditos o la mejora de la infraestructura básica, sin abordar las causas fundamentales de la pobreza, la desigualdad o la exclusión social.

Esta externalización de servicios ha hecho que las comunidades pierdan control sobre sus propios procesos de desarrollo, delegando en actores externos, como ONGs, instituciones financieras internacionales o empresas privadas, la capacidad de tomar decisiones clave. Así, lo que comenzó como un movimiento basado en la autogestión comunitaria ha sido reemplazado en muchos casos por enfoques que priorizan la rentabilidad y los intereses externos.

La Despersonalización del Desarrollo

En el mismo sentido, el desarrollo comunitario ha sufrido un proceso de despersonalización. Las comunidades, que en sus orígenes eran vistas como los agentes principales de cambio, han sido desplazadas por un modelo en el que las políticas y las soluciones se diseñan desde arriba, en oficinas gubernamentales o de organismos internacionales, sin tener en cuenta la verdadera voz de los ciudadanos. Este enfoque top-down ha generado una desconexión entre los intereses y necesidades reales de las personas y las soluciones que se implementan en su nombre.

De esta manera, las comunidades han sido reducidas a objetos de intervención en lugar de ser consideradas como los sujetos activos de su propio desarrollo. Esto ha llevado a una falta de identidad y propiedad en los proyectos que se implementan, resultando en una falta de sostenibilidad a largo plazo. Cuando las personas no se sienten parte integral de los cambios que ocurren a su alrededor, el impulso para mantenerlos y mejorarlos disminuye considerablemente.

El Enfoque sobre la Individualidad en Lugar de la Solidaridad

Uno de los aspectos más dolorosos de esta evolución del desarrollo comunitario ha sido la pérdida del enfoque colectivo. En sus inicios, el desarrollo comunitario se caracterizaba por un fuerte énfasis en la solidaridad y el trabajo en equipo como herramientas fundamentales para mejorar las condiciones de vida. Las comunidades se unían para resolver problemas comunes, compartir recursos y habilidades, y fortalecer su tejido social.

Sin embargo, hoy en día, con el predominio de políticas neoliberales y la creciente individualización de los problemas sociales, el enfoque ha cambiado hacia una responsabilidad individual en lugar de una colectiva. El énfasis en la competencia y en la creación de «microempresas» dentro de las comunidades ha sustituido el espíritu de cooperación que caracterizó los primeros movimientos de desarrollo. La idea de que las comunidades pueden y deben resolver sus problemas a través del trabajo colectivo ha sido reemplazada por una visión que considera a las personas más como individuos que como parte de un colectivo social.

El Retroceso en la Participación Democrática

Otro aspecto crítico de la evolución del desarrollo comunitario es la reducción de la participación democrática en los procesos de toma de decisiones. En sus primeras etapas, uno de los principios fundamentales del desarrollo comunitario era la democracia participativa, donde los miembros de la comunidad tenían un papel decisivo en las decisiones que afectaban sus vidas. Esta estructura horizontal de toma de decisiones aseguraba que los procesos fueran inclusivos, equitativos y adecuados a las necesidades reales de las personas.

Sin embargo, en la actualidad, esta participación ha sido marginalizada en muchos contextos, reemplazada por una gobernanza más vertical y autoritaria, donde las decisiones se toman a nivel central y se imponen a las comunidades. Las políticas de desarrollo, especialmente en países en vías de desarrollo, suelen estar influenciadas por organismos internacionales, gobiernos nacionales o actores económicos que operan desde fuera de las comunidades, sin consultar a las personas que están directamente afectadas por las políticas.

La Crisis de la Identidad del Desarrollo Comunitario

Todo lo anterior ha llevado a una crisis en la identidad misma del desarrollo comunitario. Lo que alguna vez fue un campo de trabajo profundamente humanista, comprometido con la transformación social de las comunidades, se ha convertido en una práctica en muchos casos deshumanizada, burocratizada y alineada con los intereses del mercado. Esta transformación ha hecho que muchos profesionales y activistas comprometidos con el desarrollo comunitario se sientan desilusionados y frustrados, al ver cómo se desdibujan los principios que una vez guiaron su labor.

El desarrollo comunitario, en su concepción más pura, era una respuesta a la alienación social, económica y política. Sin embargo, en el contexto actual, este campo se encuentra atrapado entre las presiones externas y la falta de una verdadera autonomía, lo que lo ha llevado a perder gran parte de su potencial transformador.

Conclusión: ¿Qué Se Puede Hacer?

Es evidente que el desarrollo comunitario ha perdido mucho de lo que lo hacía único y eficaz en sus primeras décadas de existencia. La mercantilización, la despersonalización, la individualización de los problemas sociales y la reducción de la participación democrática han sido algunos de los factores clave que han contribuido a esta transformación. Sin embargo, el retorno a los principios originales del desarrollo comunitario, como la solidaridad, la autogestión y la participación activa, sigue siendo un camino viable para revitalizar este campo.

Para recuperar lo perdido, será necesario un compromiso renovado con las comunidades locales como agentes activos de cambio, un repensar el enfoque hacia la cooperación colectiva y una recuperación del enfoque democrático que promueva la inclusión y la equidad. Solo así, el desarrollo comunitario podrá retomar su esencia transformadora y seguir siendo una herramienta poderosa para la mejora de la sociedad.

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