El embalse de Ma’rib, situado en Yemen, es una de las maravillas de la antigüedad que aún se mantienen en pie. Este impresionante sistema de irrigación y control de aguas fue construido hace más de dos mil años por los antiguos habitantes del reino de Saba, también conocido como Sheba. Se cree que el responsable de esta magnífica obra de ingeniería fue el legendario rey Bilqis, también conocido como la Reina de Saba, cuya figura está envuelta en misterio y leyendas.
El sistema de irrigación de Ma’rib consta de un gran dique o presa de tierra que atraviesa el wadi (cauce de un río) de Dhana, formando un embalse que almacenaba las aguas de las lluvias estacionales y de los manantiales para luego distribuirlas a través de una red de canales hacia los campos de cultivo circundantes. Este complejo sistema hidráulico permitió a los sabeanos aprovechar al máximo los recursos hídricos de la región, convirtiendo vastas extensiones de tierra árida en fértiles campos agrícolas.
La presa de Ma’rib alcanzaba una altura de aproximadamente 16 metros y una longitud de más de 600 metros, lo que la convirtió en una de las estructuras más grandes de su época. Estaba construida con grandes bloques de piedra y arcilla, reforzados con madera y otros materiales disponibles en la región. La presa no solo servía como estructura de contención de agua, sino que también cumplía funciones defensivas, protegiendo la ciudad de Ma’rib de posibles invasiones y asegurando su suministro de agua potable y para riego.
Durante siglos, el embalse de Ma’rib fue crucial para la prosperidad y el poderío de la civilización sabaea, que alcanzó su apogeo entre los siglos VIII y VI a.C. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, la presa comenzó a deteriorarse debido a la falta de mantenimiento adecuado y a los constantes conflictos en la región. Finalmente, en el siglo VII d.C., la presa colapsó tras una serie de inundaciones, sumiendo a la región en una crisis económica y contribuyendo al declive de la civilización sabaea.
A pesar de su antigüedad, el legado de la presa de Ma’rib perdura hasta nuestros días. Su construcción representa un hito en la historia de la ingeniería hidráulica y es un testimonio del ingenio y la capacidad técnica de las civilizaciones antiguas. Además, el embalse y sus ruinas son un importante sitio arqueológico que ha atraído la atención de estudiosos y turistas de todo el mundo, que buscan comprender mejor la historia y la cultura de la antigua Arabia. En la actualidad, se están realizando esfuerzos para restaurar y preservar la presa de Ma’rib, con la esperanza de que continúe siendo un símbolo de la grandeza del pasado yemení.
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La presa de Ma’rib, además de su función principal como sistema de irrigación y control de aguas, también desempeñaba un papel crucial en la economía y la política de la región. La disponibilidad de agua permitió el desarrollo de una agricultura próspera, lo que a su vez contribuyó a la riqueza y el poder de la civilización sabaea. Los campos irrigados por las aguas de Ma’rib producían una variedad de cultivos, incluyendo cereales, frutas, especias y otros productos agrícolas que eran comercializados tanto dentro como fuera de la región.
Además de su importancia económica, la presa de Ma’rib también tenía un significado religioso y cultural para los sabeanos. En la mitología sabaea, el agua era considerada un elemento sagrado y vital para la fertilidad de la tierra y el bienestar del pueblo. Se cree que la presa estaba asociada con el culto al dios Almaqah, el principal dios de la religión sabaea, cuyo templo se encontraba en la cercana ciudad de Ma’rib.
El colapso de la presa de Ma’rib en el siglo VII d.C. tuvo consecuencias devastadoras para la región. Sin el suministro regular de agua, los campos de cultivo se secaron y la población comenzó a abandonar la zona en busca de tierras más fértiles. La caída de Ma’rib también debilitó la autoridad centralizada de los sabeanos y contribuyó al surgimiento de otros reinos y entidades políticas en la península arábiga.
A pesar de su importancia histórica y cultural, la presa de Ma’rib ha sufrido daños adicionales en tiempos modernos debido a conflictos armados y negligencia. Durante la guerra civil en Yemen, que estalló en 2015, el embalse de Ma’rib y sus alrededores se convirtieron en escenario de combates entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes hutíes, lo que provocó nuevos daños a la infraestructura y dificultó los esfuerzos de conservación y restauración.
A pesar de los desafíos, persisten los esfuerzos para preservar y restaurar la presa de Ma’rib, tanto por su valor histórico como por su potencial para contribuir a la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible en la región. Organizaciones internacionales, junto con el gobierno yemení y otros actores locales, están trabajando para fortalecer la infraestructura hidráulica y promover prácticas agrícolas sostenibles en la zona de influencia de Ma’rib.
El embalse de Ma’rib sigue siendo un símbolo de la capacidad humana para dominar y aprovechar los recursos naturales, así como de la fragilidad de estas obras frente a los desafíos del tiempo y los conflictos. Su historia nos recuerda la importancia de proteger y conservar el patrimonio cultural y ambiental de la humanidad, no solo por su valor intrínseco, sino también por su potencial para inspirar y enriquecer las generaciones futuras.