Inflamación del oído externo: Causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento
La inflamación del oído externo, conocida médicamente como otitis externa, es una condición común que afecta a personas de todas las edades. Esta afección implica la inflamación o infección de la piel del conducto auditivo externo, el canal que va desde la parte externa del oído hasta el tímpano. En la mayoría de los casos, la causa de esta inflamación es una infección bacteriana, aunque también puede ser ocasionada por hongos, alergias, o incluso traumatismos físicos. A continuación, se aborda en profundidad esta condición, sus causas, síntomas, diagnóstico, y las opciones de tratamiento disponibles.

Causas de la otitis externa
La otitis externa puede ser provocada por diversas causas. Las más comunes incluyen:
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Infecciones bacterianas: La causa principal de la otitis externa es la infección bacteriana, siendo las bacterias Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus las más frecuentemente implicadas. Estas bacterias prosperan en ambientes cálidos y húmedos, como los que se generan dentro del oído cuando se entra en contacto con agua contaminada.
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Hongos: Menos comunes que las bacterias, las infecciones fúngicas también pueden causar inflamación en el oído externo. El hongo Aspergillus es el más frecuentemente relacionado con este tipo de infecciones.
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Lesiones en la piel: El rascado excesivo del conducto auditivo, el uso de objetos para limpiarlo (como hisopos de algodón) o la inserción de objetos extraños pueden dañar la piel del canal auditivo, favoreciendo la invasión de microorganismos.
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Humedad y agua: Las personas que pasan mucho tiempo en el agua, como nadadores o bañistas frecuentes, tienen un mayor riesgo de sufrir otitis externa. La humedad puede alterar el equilibrio de la piel del canal auditivo y facilitar el crecimiento de bacterias o hongos.
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Alergias: Las reacciones alérgicas, ya sea a productos cosméticos, medicamentos o al polvo, pueden desencadenar inflamación en el oído externo.
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Condiciones preexistentes: Personas con piel seca, dermatitis atópica o eccema son más propensas a desarrollar otitis externa debido a la mayor sensibilidad de la piel en el oído.
Síntomas de la otitis externa
Los síntomas de la inflamación del oído externo pueden variar en intensidad y dependen de la causa subyacente de la infección. Entre los más comunes se incluyen:
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Dolor de oído: Es el síntoma más frecuente y puede variar de leve a severo. El dolor a menudo se incrementa cuando se toca o manipula el oído.
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Picazón en el oído: En las primeras etapas de la inflamación, muchas personas experimentan una sensación de picazón intensa en el conducto auditivo.
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Secreción: Puede aparecer una secreción acuosa o purulenta (pus) de color blanco, amarillo o verdoso, especialmente si la infección es bacteriana.
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Enrojecimiento e hinchazón: El oído externo, especialmente la parte visible del conducto auditivo, puede aparecer enrojecido, hinchado y sensible al tacto.
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Sensación de oído tapado: Las personas afectadas pueden experimentar la sensación de tener el oído obstruido o bloqueado, lo que puede afectar la audición.
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Fiebre: En algunos casos, especialmente si la infección es grave o se disemina, puede haber fiebre.
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Ganglios linfáticos inflamados: Los ganglios cerca del oído, como los del cuello o la mandíbula, pueden agrandarse como parte de la respuesta inmunológica.
Diagnóstico de la otitis externa
El diagnóstico de la otitis externa es generalmente sencillo y se basa en una evaluación clínica del paciente. El médico llevará a cabo un examen físico del oído y puede utilizar un otoscopio para observar el conducto auditivo y el tímpano. En algunos casos, si se sospecha de una infección fúngica o bacteriana específica, el médico puede tomar una muestra de la secreción para realizar cultivos y determinar el tipo exacto de microorganismo causante.
Si la inflamación no responde al tratamiento inicial o si se presentan complicaciones, el médico puede realizar pruebas adicionales, como cultivos microbiológicos, para determinar si hay una infección más grave o una condición subyacente que esté contribuyendo al problema.
Tratamiento de la otitis externa
El tratamiento de la otitis externa depende de la causa subyacente de la inflamación. Las opciones terapéuticas incluyen:
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Antibióticos: Si la causa de la inflamación es bacteriana, los antibióticos son el tratamiento principal. Estos pueden administrarse en forma de gotas óticas directamente en el oído afectado, o en casos más graves, mediante antibióticos orales. Es crucial seguir las indicaciones médicas para completar el tratamiento y evitar la resistencia bacteriana.
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Antifúngicos: Si la infección es causada por hongos, se recetarán gotas óticas antifúngicas para eliminar el hongo. Es importante realizar el tratamiento completo, ya que las infecciones fúngicas pueden ser persistentes.
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Analgesia: Para aliviar el dolor, el médico puede recomendar analgésicos de venta libre, como el paracetamol o el ibuprofeno. Las gotas para el dolor también pueden ser útiles para reducir la incomodidad local.
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Descongestionantes: Si la inflamación está asociada con una congestión del oído, se pueden usar descongestionantes orales o en forma de gotas para ayudar a reducir la inflamación y mejorar la circulación del aire en el oído.
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Limpieza del oído: En algunos casos, el médico puede proceder a limpiar el canal auditivo para eliminar las secreciones acumuladas o los desechos, lo que puede ayudar a reducir la inflamación y facilitar la curación.
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Evitar el contacto con agua: Durante el tratamiento, es importante evitar que entre agua en el oído afectado. En algunos casos, se recomienda el uso de tapones para los oídos al bañarse o nadar.
Prevención de la otitis externa
Aunque no siempre es posible evitar la otitis externa, existen varias medidas que pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollar esta condición:
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Evitar el uso de hisopos de algodón: Los hisopos pueden dañar la piel del conducto auditivo y empujar la cera hacia adentro, lo que aumenta el riesgo de infección. En su lugar, se recomienda limpiar suavemente la parte externa del oído con un paño húmedo.
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Mantener los oídos secos: Después de nadar o bañarse, es importante secar bien los oídos con una toalla suave o utilizar secadores de oído especiales para eliminar el exceso de humedad.
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Evitar el contacto con agua contaminada: Las personas que nadan en aguas no tratadas, como lagos o piscinas públicas, deben tener especial cuidado de evitar la entrada de agua en los oídos.
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Tratar las afecciones de la piel: Si se tiene una condición de piel como eccema o dermatitis, es importante seguir un tratamiento adecuado para mantener la piel del oído en buenas condiciones.
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Usar protección para los oídos: Si se es propenso a la otitis externa, el uso de tapones para los oídos durante actividades acuáticas puede ser útil para prevenir infecciones.
Complicaciones de la otitis externa
Aunque la mayoría de los casos de otitis externa responden bien al tratamiento y se resuelven sin complicaciones, algunas personas pueden experimentar problemas adicionales, como:
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Infección crónica: Si la otitis externa no se trata adecuadamente o si la infección es recurrente, puede volverse crónica y más difícil de tratar.
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Perforación del tímpano: En casos graves, la infección puede extenderse al oído medio, lo que podría causar la ruptura del tímpano, lo que afecta la audición.
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Abscesos: En raros casos, la inflamación puede producir un absceso, una acumulación de pus que puede necesitar drenaje.
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Osteomielitis: Si la infección se disemina, puede afectar los huesos cercanos, como el hueso temporal en el cráneo, causando osteomielitis, una infección ósea grave.
Conclusión
La inflamación del oído externo es una afección común que puede ser causada por infecciones bacterianas, hongos, alergias, o lesiones físicas. Si bien la mayoría de los casos se resuelven con tratamiento médico adecuado, es esencial seguir las recomendaciones del profesional de salud para prevenir complicaciones y recurrencias. Mantener una buena higiene, evitar la exposición a agua contaminada y cuidar la piel del oído son medidas preventivas clave para reducir el riesgo de sufrir esta condición.