Cómo es la movilidad fetal en el noveno mes de gestación:
El noveno mes del embarazo marca una etapa crucial tanto para el bebé como para la madre. Durante estas últimas semanas de gestación, el feto está casi completamente desarrollado, con sus órganos maduros y listos para funcionar fuera del útero. En este periodo, las madres experimentan una gran variedad de sensaciones debido a los movimientos fetales, que adquieren características únicas a medida que se aproxima el parto. La actividad del bebé puede ser tanto un indicador de su bienestar como una señal de que el nacimiento está cerca. Este artículo explora en detalle cómo es la movilidad fetal en el noveno mes, los factores que la afectan y lo que las madres deben observar.
Desarrollo fetal en el noveno mes
Antes de profundizar en la movilidad fetal, es importante entender el estado de desarrollo del bebé en este punto del embarazo. El noveno mes de gestación abarca las semanas 37 a 40, aunque algunas mujeres pueden llegar hasta la semana 42. En este momento, el bebé ha alcanzado la madurez pulmonar, un aspecto clave para la supervivencia fuera del útero. Además, el sistema nervioso central está suficientemente desarrollado, lo que permite la coordinación de movimientos más suaves y controlados.
El bebé suele medir entre 48 y 53 centímetros y pesa entre 2.5 y 4 kilogramos, dependiendo de factores genéticos y otros. Este crecimiento significativo influye en la cantidad de espacio disponible dentro del útero, lo que a su vez afecta la forma en que el bebé puede moverse.
Cambios en los movimientos fetales durante el noveno mes
Es común que las mujeres noten un cambio en la calidad y cantidad de los movimientos fetales durante el último mes de gestación. En los primeros meses, los movimientos eran más ligeros y rápidos, como una especie de «mariposas» o «golpecitos». A medida que el bebé crece y el espacio dentro del útero disminuye, los movimientos tienden a volverse más fuertes pero menos frecuentes.
Movimientos más lentos pero más potentes
Dado que el bebé ha ganado peso y tamaño, los movimientos tienden a ser más lentos y controlados en comparación con meses anteriores. Ya no hay tanto espacio para las volteretas o patadas rápidas, pero los movimientos tienden a ser más fuertes y pronunciados, lo que se traduce en sensaciones más intensas para la madre. Las madres suelen notar con mayor frecuencia movimientos como giros, estiramientos y patadas, sobre todo en las costillas o en la parte baja del abdomen.
Patrones de actividad
Aunque el bebé tiene menos espacio para moverse, el patrón de actividad no desaparece. De hecho, se espera que el feto mantenga una regularidad en sus movimientos a lo largo del día. Generalmente, los bebés tienden a ser más activos durante ciertos momentos, como después de que la madre come, cuando está en reposo o cuando se acuesta.
Un patrón importante que deben seguir las madres es contar los movimientos del bebé. Muchos médicos recomiendan llevar a cabo un «conteo de patadas», en el cual la madre debe contar cuántas veces siente que el bebé se mueve en un periodo de tiempo determinado, generalmente dos horas. Se espera que haya al menos 10 movimientos en dos horas. Si la madre nota una disminución significativa en la cantidad o fuerza de los movimientos, debe contactar a su médico para asegurarse de que todo esté bien.
Hipo fetal
El hipo fetal es algo común durante el noveno mes y es un tipo específico de movimiento que algunas madres pueden notar. El hipo se percibe como pequeños espasmos rítmicos en el abdomen y suele durar solo unos minutos. Aunque puede ser una sensación curiosa o incluso desconcertante, el hipo fetal es inofensivo y es solo una señal de que el bebé está practicando el uso de sus músculos respiratorios, un paso importante para su desarrollo postnatal.
Factores que afectan la movilidad fetal
La cantidad y calidad de los movimientos del bebé en el noveno mes puede verse influenciada por diversos factores, tanto internos como externos. A continuación, se exploran algunos de los más comunes.
Posición fetal
En las últimas semanas del embarazo, la mayoría de los bebés adoptan la posición cefálica, es decir, se colocan con la cabeza hacia abajo en preparación para el parto. Esta posición limita ciertos movimientos, especialmente las volteretas o giros completos. Sin embargo, las madres suelen notar movimientos en las extremidades inferiores, como patadas o empujones en las costillas, que pueden ser bastante incómodos.
En algunos casos, el bebé puede adoptar una posición de nalgas o transversal, lo que también influye en el tipo de movimientos que la madre siente. La posición fetal en este momento es crucial para determinar el tipo de parto, ya que los bebés que no están en posición cefálica pueden requerir una cesárea.
Nivel de líquido amniótico
El líquido amniótico proporciona un entorno donde el bebé puede moverse con libertad. Sin embargo, la cantidad de este líquido disminuye naturalmente a medida que se acerca el parto. Esto puede limitar aún más la movilidad del bebé. Una disminución drástica en el líquido amniótico, una condición llamada oligohidramnios, puede ser motivo de preocupación y debe ser monitoreada por el médico. En estos casos, es posible que los movimientos del bebé también se vean afectados.
Salud materna
La salud de la madre juega un papel importante en los movimientos fetales. Factores como la nutrición, el nivel de actividad física y el estado emocional pueden influir en la percepción de los movimientos del bebé. Por ejemplo, una madre que esté muy activa o estresada puede no notar los movimientos fetales tan fácilmente como cuando está relajada y descansando. Además, condiciones como la diabetes gestacional o la hipertensión pueden afectar la cantidad de líquido amniótico o el flujo sanguíneo hacia el bebé, lo que podría impactar su movilidad.
Medicamentos y consumo de sustancias
Algunos medicamentos, como los relajantes musculares o ciertos analgésicos, pueden reducir temporalmente los movimientos fetales. Asimismo, el consumo de nicotina, alcohol o drogas puede tener un efecto negativo en la actividad del bebé. Las madres deben ser conscientes de cómo estos factores pueden influir en los movimientos fetales y, en caso de duda, consultar a su médico.
¿Cuándo preocuparse por la falta de movimientos?
Es natural que la madre se preocupe si nota una disminución en los movimientos de su bebé durante el noveno mes. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, es importante recordar que los movimientos tienden a cambiar en calidad debido al espacio limitado dentro del útero. Aun así, una disminución drástica o la ausencia total de movimientos durante más de 24 horas puede ser señal de un problema y requiere atención médica inmediata.
Los médicos suelen recomendar a las madres que se tumben de lado y cuenten los movimientos durante un periodo de dos horas. Si después de ese tiempo no se sienten movimientos o estos son muy débiles, se debe contactar al médico para una evaluación. Es posible que el médico realice una ecografía o un monitoreo fetal para asegurarse de que el bebé esté bien.
Preparación para el parto y movimientos
A medida que el bebé se prepara para el nacimiento, es probable que sus movimientos cambien nuevamente. En los últimos días antes del parto, algunas madres notan una disminución en la actividad, lo que puede estar relacionado con la descensión del bebé hacia la pelvis en preparación para el parto. Este proceso, conocido como encajamiento, puede hacer que los movimientos sean menos evidentes, pero no deberían desaparecer por completo.
Además, las contracciones de Braxton Hicks pueden comenzar a ser más frecuentes en este momento, lo que puede generar confusión con los movimientos fetales. A diferencia de las verdaderas contracciones de parto, las de Braxton Hicks suelen ser irregulares y no aumentan en intensidad.
Conclusión
Los movimientos fetales en el noveno mes de embarazo son un reflejo del desarrollo saludable del bebé y su preparación para el nacimiento. Aunque el espacio dentro del útero es limitado, la actividad del bebé sigue siendo un importante indicador de su bienestar. Las madres deben estar atentas a los patrones regulares de movimiento y buscar ayuda médica si notan cambios drásticos. A medida que el cuerpo se prepara para el parto, estos movimientos también proporcionan una conexión emocional importante entre la madre y su hijo, marcando el inicio de una nueva etapa en la vida de ambos.