Mazda RX-7 (SA/FB) 1978-1985: Un Ícono Deportivo de la Era de los 80
La Mazda RX-7, en sus primeras generaciones (SA y FB), fue una de las estrellas más brillantes del mercado automovilístico internacional durante las décadas de 1970 y 1980. Introducido en 1978, este modelo marcó un hito en la historia de la marca japonesa al abrir nuevas fronteras en el mundo de los deportivos de bajo peso y alto rendimiento, mientras que simultáneamente popularizaba el uso del motor rotativo Wankel en un vehículo de producción en masa. A través de este modelo, Mazda logró no solo hacer historia en el diseño de coches deportivos, sino también en el desarrollo de una máquina que dejaría una huella imborrable tanto en las pistas de carreras como en las calles de las ciudades.
El nacimiento de una leyenda
El RX-7 fue el primer coche diseñado específicamente por Mazda para competir en el mercado global de deportivos, con un diseño innovador y un motor que desafiaba las convenciones de la época. Si bien no fue el primer automóvil equipado con un motor rotativo, sí fue el primero de Mazda en desafiar a la competencia con un modelo capaz de atraer a un público masivo, que anteriormente se veía cautivado por marcas tradicionales de deportivos europeos.
El diseño de la primera generación del RX-7 fue obra de Matsaburo Maeda, un ingeniero de la firma japonesa que planteó un enfoque radicalmente diferente. Se trataba de un coupé ligero, con un motor colocado detrás del eje delantero, lo que mejoraba la distribución del peso y la estabilidad del coche. Gracias a esta disposición, el RX-7 presentaba una carrocería más compacta, con una parte delantera angosta y una aerodinámica sin igual, que se acentuaba por los faros retráctiles y el parabrisas inclinado hacia adelante.
Características del diseño y la estética
El Mazda RX-7 no solo fue innovador en su motorización, sino también en su estética. Con líneas agudas y elegantes, su perfil es reconocible al instante. El techo corto, la ventana trasera inclinada y el portón trasero integrado, creaban una imagen de velocidad y ligereza, características que definieron al modelo a lo largo de sus años de producción.
La parte delantera, con sus faros pop-up, fue un detalle distintivo que no solo tenía fines estéticos, sino también aerodinámicos. Estos faros ocultos se levantaban solo cuando era necesario, lo que proporcionaba una mayor eficiencia en la conducción a altas velocidades, ya que el diseño del coche mejoraba su coeficiente de arrastre (Cd) a tan solo 0.32, un valor excepcional para la época.
Por dentro, el RX-7 reflejaba la misma dedicación al detalle, con un habitáculo que, aunque reducido en espacio, ofrecía una experiencia de conducción única. A pesar de que era un coche de dos puertas, Mazda se las ingenió para ofrecer espacio para cuatro ocupantes, aunque las plazas traseras eran prácticamente inutilizables para adultos, lo que hacía que fueran aptas solo para niños o personas de pequeña estatura. El tablero de instrumentos presentaba un diseño clásico con un cuentarrevoluciones que llegaba hasta las 8,000 rpm, un indicador claro de la naturaleza deportiva del coche.
El motor rotativo: Un corazón único
Uno de los elementos que definieron al Mazda RX-7 y lo hicieron sobresalir en su clase fue su motor rotativo Wankel. A diferencia de los motores de pistón tradicionales, el motor rotativo tiene un diseño en el que la combustión ocurre en un rotor que gira dentro de una cámara, en lugar de utilizar pistones que se mueven hacia arriba y hacia abajo. Esto permite una mayor suavidad en el funcionamiento y una mayor capacidad de revoluciones por minuto (rpm), lo que a su vez contribuye a la eficiencia y el rendimiento del motor.
En la primera generación del RX-7, Mazda optó por una unidad de dos rotores con desplazamientos de 1.2 y 1.5 litros, que producía una potencia de aproximadamente 115 caballos de fuerza a 7,000 rpm. Aunque la cifra de potencia no era tan alta en comparación con otros deportivos de la época, la capacidad del motor rotativo para alcanzar altas revoluciones rápidamente le permitía ofrecer un rendimiento excepcional para un coche de su tamaño y peso. Su aceleración de 0 a 100 km/h en 8.5 segundos era un tiempo impresionante para un coche que apenas superaba los 1,000 kg de peso.
El RX-7 también presentaba una configuración de tracción trasera, lo que mejoraba aún más su agilidad y manejo, especialmente en curvas cerradas. Los frenos de disco ventilados en las ruedas delanteras y traseras garantizaban una frenada eficaz, lo que, combinado con la suspensión bien afinada, ofrecía un balance perfecto entre deportividad y comodidad.
Rendimiento y experiencia de conducción
Aunque la Mazda RX-7 no era el coche más potente en su segmento, su capacidad para girar a altas revoluciones y su ligereza hacían que su experiencia de conducción fuera extremadamente divertida y emocionante. En el asfalto, el RX-7 mostraba una agilidad excepcional, capaz de ofrecer una experiencia de manejo envidiable para los entusiastas de los deportivos. El diseño del chasis y la suspensión, junto con el motor rotativo, proporcionaban una respuesta precisa al volante, lo que hacía que el RX-7 fuera ideal para los conductores que disfrutaban de un manejo dinámico.
La velocidad máxima de 193 km/h, si bien no era la más alta de su clase, era más que suficiente para que el RX-7 compitiera contra otros modelos deportivos de la época. Con una relación peso-potencia óptima, el coche se movía con una rapidez y fluidez que conquistaba a los conductores más exigentes.
La evolución y la popularidad
A lo largo de los años, la RX-7 continuó evolucionando, pero la primera generación (SA/FB) siempre será recordada como la que definió el rumbo del modelo. La combinación de un motor rotativo único, una excelente relación peso-potencia y un diseño llamativo convirtió al RX-7 en un coche deseado por los aficionados a los coches deportivos, convirtiéndose en un modelo popular tanto para los conductores comunes como para los amantes de las competiciones de automovilismo.
A lo largo de sus años de producción, Mazda continuó mejorando el RX-7, aumentando la potencia de sus motores y refinando sus características. Pero fue durante los primeros años, entre 1978 y 1985, cuando el RX-7 logró captar la atención del público y conquistar el mercado de los deportivos de bajo costo. El coche se mantuvo en producción hasta 2002, pero las generaciones posteriores nunca lograron igualar la magia de esta primera iteración.
Conclusión
El Mazda RX-7 (SA/FB) de 1978 a 1985 fue mucho más que un simple deportivo compacto; fue un innovador en su tiempo, un coche que desafió las convenciones y dejó una huella duradera en la historia del automovilismo. Con su motor rotativo Wankel, su diseño aerodinámico y su experiencia de conducción única, el RX-7 continúa siendo un icono para los coleccionistas y los aficionados a los coches deportivos. Hoy en día, sigue siendo un modelo altamente valorado por su exclusividad, su carácter único y su conexión con una era dorada de los automóviles deportivos.