Revoluciones y guerras

La Batalla de Karameh

La Batalla de Karameh: Un Hito en la Historia del Conflicto Árabe-Israelí

La Batalla de Karameh, librada el 21 de marzo de 1968, se ha consolidado como uno de los momentos más significativos en la historia del conflicto árabe-israelí. Esta confrontación, aunque de relativamente corta duración, tuvo un impacto profundo tanto en la región como en la psicología colectiva de los pueblos árabes, marcando un punto de inflexión en la lucha contra la ocupación israelí.

Contexto Previo: El Panorama del Medio Oriente en 1968

A principios de la década de 1960, el conflicto árabe-israelí seguía siendo uno de los puntos más calientes en la política internacional. Después de la derrota árabe en la Guerra de los Seis Días de 1967, las naciones árabes se encontraban en una situación difícil, tanto política como militarmente. La guerra de 1967 había dejado a Israel en control de territorios que anteriormente pertenecían a Egipto, Jordania y Siria, incluidos los altos del Golán, Jerusalén Este y la Franja de Gaza.

Tras la guerra, las fuerzas israelíes se encontraban más fortalecidas, y las tensiones entre Israel y los países árabes alcanzaron un nuevo nivel de desesperación. En este contexto, varios grupos palestinos, entre ellos la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), comenzaron a fortalecer su lucha armada contra las fuerzas israelíes desde bases ubicadas en Jordania. El liderazgo palestino buscaba recuperar la confianza perdida tras la humillante derrota de 1967 y dar una respuesta simbólica al poder militar israelí.

Jordania, bajo el liderazgo del rey Hussein, se encontraba en una situación política complicada. Por un lado, el monarca jordano no podía permitirse desatender la causa palestina; por otro, debía equilibrar las presiones internas y externas, ya que los grupos palestinos que operaban desde su territorio a menudo desafiaban su autoridad. La tensión entre las fuerzas palestinas y el gobierno jordano aumentaba, mientras que la presencia militar israelí cerca de la frontera jordana no hacía sino intensificar la situación.

La Preparación de la Batalla

La Batalla de Karameh se desarrolló en la pequeña localidad jordana de Karameh, situada cerca de la frontera con Israel y a unos 15 kilómetros al noreste de Amán, la capital de Jordania. Desde este punto, las guerrillas palestinas habían establecido una base operativa para llevar a cabo ataques contra objetivos israelíes en el sur de Palestina. La OLP, bajo la dirección de figuras clave como Yasser Arafat, había adoptado una postura cada vez más militante en su enfrentamiento contra el ejército israelí.

Por su parte, Israel, deseando eliminar las amenazas que se originaban en las zonas fronterizas de Jordania, planeaba una incursión en el territorio jordano. El objetivo era destruir las bases de la OLP y, en un movimiento más amplio, debilitar la infraestructura guerrillera que operaba en la zona. La operación, llamada «Operación Entebbe» en alusión a la ciudad palestina homónima, se configuraba como una respuesta al continuo hostigamiento por parte de los guerrilleros palestinos. La operación israelí también buscaba enviar un mensaje claro al mundo árabe: Israel no toleraría ataques a su seguridad desde bases ubicadas en países árabes.

Desarrollo de la Batalla

En la madrugada del 21 de marzo de 1968, las fuerzas israelíes, compuestas principalmente por unidades de comando y fuerzas especiales, cruzaron la frontera y atacaron las bases de la OLP en Karameh. El ejército israelí esperaba una victoria rápida y decisiva, calculando que las fuerzas palestinas estarían en desventaja y no podrían ofrecer una resistencia significativa. Sin embargo, las circunstancias eran diferentes a las anticipadas.

Las fuerzas palestinas, que contaban con guerrilleros bien entrenados y con un conocimiento detallado del terreno, respondieron ferozmente. En un giro inesperado, las tropas jordanas, que inicialmente habían mantenido una postura de no intervención, decidieron unirse a la lucha. El gobierno jordano, que había estado enfrentando presiones internas para actuar en apoyo de la causa palestina, se vio obligado a tomar medidas. Esto convirtió a la Batalla de Karameh en una confrontación a gran escala, en la que las fuerzas palestinas y jordanas lucharon codo con codo contra el ejército israelí.

El terreno montañoso de Karameh y las defensas improvisadas ofrecieron una resistencia significativa a las fuerzas israelíes. A pesar de que el ejército israelí era superior en términos de tecnología y equipamiento, las tácticas de guerrilla empleadas por las fuerzas palestinas dificultaron los avances. Las unidades israelíes se vieron envueltas en combates intensos, y varios de sus soldados fueron capturados o muertos. Además, las fuerzas palestinas lograron infligir bajas considerables a los invasores, lo que dejó a las fuerzas israelíes con un saldo mucho mayor de pérdidas de lo esperado.

Resultados y Consecuencias

Aunque las fuerzas israelíes finalmente lograron destruir varias bases guerrilleras y causaron importantes daños a las infraestructuras de la OLP en Karameh, el verdadero «resultado» de la batalla se vio en el terreno psicológico y político. Para las naciones árabes, la Batalla de Karameh representó un momento de victoria moral. La resistencia palestina, en colaboración con el ejército jordano, había logrado infligir un golpe considerable a una de las fuerzas militares más avanzadas del mundo en ese momento. Esto elevó la moral de los pueblos árabes y reforzó la idea de que el enemigo israelí no era invencible.

En Palestina, la victoria simbólica en Karameh fortaleció la posición de la OLP y consolidó a Yasser Arafat como un líder indiscutido del movimiento palestino. A nivel internacional, la batalla atrajo una atención significativa, ya que los medios de comunicación reflejaron el coraje y la resistencia de los combatientes palestinos. Fue un momento crucial para la OLP, que ganó legitimidad y apoyo tanto en el mundo árabe como en la comunidad internacional.

Para Jordania, la batalla tuvo implicaciones mixtas. El rey Hussein, que inicialmente había intentado mantener una política de neutralidad en el conflicto entre las facciones palestinas y las fuerzas israelíes, vio cómo la intervención jordana en la batalla lo colocaba en una posición más cercana a los intereses palestinos. Sin embargo, esto también aumentó las tensiones internas en Jordania, ya que los grupos palestinos buscaban más poder y autonomía, lo que llevaría eventualmente a un conflicto interno en el país, conocido como «Septiembre Negro» en 1970.

Por otro lado, la batalla también significó que Israel tuvo que reconsiderar sus estrategias de incursión en territorio árabe, ya que la operación Karameh mostró que la resistencia en territorios como Jordania podría ser más complicada y costosa de lo que se había anticipado.

Legado de la Batalla de Karameh

La Batalla de Karameh sigue siendo recordada como un símbolo de la resistencia árabe frente a la agresión israelí. En Palestina y en otras naciones árabes, Karameh se celebra anualmente como un día de victoria moral. La imagen de las fuerzas palestinas resistiendo con valentía ante una invasión israelí se convirtió en un referente en la lucha por la autodeterminación y la independencia palestina. Además, la batalla dejó una huella indeleble en la política de la región, al reforzar la relevancia de la lucha armada en la narrativa palestina y proporcionar una base para los movimientos de resistencia posteriores.

En términos de relaciones internacionales, Karameh también contribuyó a redefinir la postura de los actores mundiales hacia el conflicto árabe-israelí. El apoyo creciente a la causa palestina, que se consolidó en la década de 1970, fue en parte impulsado por la percepción de que los palestinos, a pesar de su relativa falta de recursos, podían resistir a una potencia militar superior como Israel.

En conclusión, la Batalla de Karameh no solo marcó un capítulo importante en el conflicto árabe-israelí, sino que también consolidó la importancia de la lucha palestina en la política mundial, subrayando la resiliencia de un pueblo que, a pesar de las adversidades, continuaba luchando por su derecho a la autodeterminación. La batalla no fue una victoria militar decisiva, pero sí un triunfo de la voluntad y un hito en la historia del pueblo árabe.

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