En el ámbito de la ornitología, el término específico para designar a la hembra del águila es «aguila hembra» o, más formalmente, «hembra del águila». Este nombre se utiliza para diferenciarla del macho, al igual que en muchas especies de aves de rapiña, el dimorfismo sexual se refleja en diferencias de tamaño y, en algunos casos, en el comportamiento.
Las águilas, que pertenecen a la familia Accipitridae, son aves de presa que se distinguen por su envergadura, su aguda visión y su habilidad para cazar. Dentro de esta familia, las hembras suelen ser de mayor tamaño que los machos, una característica que se observa en varias especies de aves rapaces. Esta diferencia de tamaño, conocida como dimorfismo sexual, no solo es evidente en las águilas sino también en otras aves de rapiña como las halcones y los búhos.
El dimorfismo sexual en las águilas se manifiesta principalmente en la diferencia de envergadura y peso. Por ejemplo, en el caso del águila real (Aquila chrysaetos), la hembra puede llegar a ser un 25% más pesada que el macho. Esta mayor tamaño en las hembras les proporciona ventajas en la incubación de los huevos y en la caza, ya que pueden capturar presas más grandes para alimentar a sus crías. Además, durante el período de reproducción, las hembras también pueden exhibir comportamientos diferentes a los de los machos, como la construcción del nido y la incubación de los huevos, actividades que son cruciales para el éxito reproductivo de la especie.
En términos de la reproducción, la hembra del águila juega un papel central. Durante la época de cría, es responsable de incubar los huevos, que en la mayoría de las especies de águilas, tienen una puesta que varía entre uno y cuatro huevos. La incubación puede durar entre 30 y 45 días, dependiendo de la especie. Mientras la hembra se ocupa de la incubación, el macho se encarga de proveer alimento, buscando presas y trayéndolas al nido. Una vez que los polluelos nacen, ambos padres colaboran en su alimentación y protección.
Además del tamaño y la reproducción, el comportamiento de caza también puede mostrar diferencias entre machos y hembras. En algunas especies, la hembra puede adoptar técnicas de caza diferentes, más agresivas o especializadas, para aprovechar su mayor tamaño y fuerza. Esto puede incluir la captura de presas más grandes o más difíciles de manejar, un aspecto que contribuye a la supervivencia y al éxito reproductivo de la pareja.
La vida de una hembra de águila, como la de otros rapaces, es marcada por una serie de desafíos. Desde la caza y la defensa del territorio hasta la crianza de sus crías, cada aspecto de su vida está vinculado a sus habilidades físicas y comportamentales. La hembra debe enfrentar desafíos relacionados con la competencia por territorio y recursos, así como con las amenazas de depredadores y el cambio ambiental.
En resumen, el término «hembra del águila» se utiliza para referirse a las águilas de sexo femenino, que se distinguen de los machos por su mayor tamaño y, en algunos casos, por comportamientos y habilidades especializadas. La hembra juega un papel crucial en la reproducción y la crianza, y su mayor tamaño y fuerza le otorgan ventajas significativas en la caza y la incubación de los huevos. Cada especie de águila tiene características particulares que definen el comportamiento y el papel de la hembra en su ecosistema.