Las palabras tienen un poder inmenso. No solo pueden inspirar confianza y amor, sino que también tienen la capacidad de herir, malinterpretar o generar inseguridades, especialmente en la infancia. Los niños están en una etapa crítica de desarrollo emocional, cognitivo y social, y la forma en que se les habla puede tener efectos a largo plazo en su autoestima, su visión del mundo y sus relaciones con los demás.
Existen ciertas frases que, aunque puedan ser dichas sin malicia, pueden afectar negativamente a los niños. Por ello, es fundamental estar conscientes de las palabras que utilizamos con ellos, ya que el impacto de estas puede durar más de lo que imaginamos. A continuación, se presentan algunas de las frases que no deberían ser dirigidas a los niños y por qué es crucial evitarlas.
1. «Eres un mal niño»
Uno de los errores más comunes es etiquetar a un niño con frases como «Eres un mal niño». Cuando se dice esto, no solo se está criticando una acción específica, sino que se está transmitiendo un juicio negativo sobre su personalidad. Los niños no son «malos» por naturaleza; simplemente pueden cometer errores, pero estas conductas no definen su ser. Etiquetar a un niño de esta manera puede llevarlo a sentirse inseguro y pensar que no tiene valor. En lugar de eso, es más efectivo enfocarse en la acción y decir algo como «Esa acción no está bien, pero tú eres una buena persona y puedes mejorar».
2. «Porque lo digo yo»
Esta frase, aunque dicha en un tono autoritario, no fomenta la comprensión ni el razonamiento. Los niños necesitan entender las razones detrás de las decisiones y las reglas. Responder con «porque lo digo yo» no solo promueve la obediencia ciega, sino que también limita el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales, como el pensamiento crítico. Es más beneficioso explicar las razones detrás de las normas o decisiones, permitiendo que el niño participe en el proceso de aprendizaje y entienda el valor de las reglas.
3. «No llores, no es para tanto»
El llanto es una de las formas en las que los niños expresan sus emociones. Si un adulto minimiza lo que el niño siente con frases como «No llores, no es para tanto», el niño puede llegar a sentirse incomprendido o invalidado. Cada emoción es válida, y cada niño tiene su propia manera de experimentar el mundo. Es fundamental que los adultos validen esos sentimientos y les ayuden a gestionar las emociones de forma saludable, en lugar de descalificarlas. Un enfoque más saludable sería decir algo como: «Entiendo que te sientas triste, pero juntos vamos a encontrar una solución».
4. «Vas a ser igual que [nombre de alguien negativo]»
Comparar a un niño con otra persona, especialmente si esa comparación tiene connotaciones negativas, es perjudicial para su autoestima. Al decir «Vas a ser igual que tu primo, que nunca hace nada bien», el niño puede sentir que está destinado a comportarse de una manera negativa, incluso si no es el caso. La comparación crea una imagen distorsionada de sí mismo y puede limitar el desarrollo personal del niño. En lugar de hacer comparaciones, es importante enfocarse en las fortalezas y cualidades individuales del niño.
5. «Te lo dije»
Cuando un niño comete un error, es natural que los padres sientan la necesidad de recordarles que les advirtieron. Sin embargo, la frase «Te lo dije» puede hacer que el niño se sienta avergonzado o molesto, lo que dificulta el aprendizaje de la lección. En lugar de culpar o reprochar, es más útil abordar el error de manera constructiva, reflexionando sobre lo que se puede hacer para mejorar en el futuro y cómo el niño puede aprender de la experiencia.
6. «No eres capaz de hacerlo»
Los niños necesitan sentir que tienen las habilidades y capacidades para lograr sus metas. Decirles que no son capaces de hacer algo puede socavar su confianza en sí mismos. En lugar de descalificar sus habilidades, los padres deben alentar a los niños a seguir intentándolo y reconocer los esfuerzos. Es más útil decir: «Sé que es difícil, pero confío en que puedes hacerlo si sigues practicando».
7. «Cállate»
El derecho a ser escuchado es fundamental para el bienestar emocional de cualquier ser humano, y los niños no son la excepción. Decir «Cállate» a un niño no solo es irrespetuoso, sino que también transmite la idea de que sus opiniones o emociones no son importantes. Esto puede hacer que el niño se sienta incomprendido o silenciado, lo que podría llevar a una falta de confianza al comunicarse. Es más saludable practicar la escucha activa y permitir que el niño se exprese, incluso si lo que dice no es de nuestro agrado.
8. «Eres demasiado sensible»
Los niños tienen emociones intensas y, a menudo, sus reacciones pueden parecer exageradas para los adultos. Sin embargo, cada niño experimenta sus sentimientos de manera única. Decir «Eres demasiado sensible» puede hacer que el niño se sienta avergonzado por sus emociones y los reprima, lo cual puede ser perjudicial a largo plazo. En lugar de invalidar sus sentimientos, se debe buscar entender por qué se siente de esa manera y brindarle las herramientas para manejar sus emociones de forma adecuada.
9. «No te preocupes, todo estará bien»
Aunque esta frase puede ser dicha con la mejor intención, puede resultar insensible si no se acompaña de un entendimiento real de la preocupación del niño. Los niños, al igual que los adultos, tienen miedos y preocupaciones genuinas, y al restarles importancia a esos temores, no se está validando su experiencia. En lugar de minimizar el problema, es más efectivo ofrecer apoyo emocional y decir algo como: «Entiendo que estás preocupado. Vamos a pensar juntos en una solución».
10. «Eres un desastre»
Etiquetar a un niño como «un desastre» puede tener efectos devastadores en su autoestima y su sentido de identidad. El niño podría internalizar este juicio y sentirse como si siempre estuviera destinado al fracaso. En lugar de etiquetar a un niño, es más beneficioso hablar de las acciones específicas que necesitan cambiar y ofrecer un enfoque más positivo y constructivo.
11. «Me haces avergonzar»
Los padres y cuidadores son los principales modelos a seguir de los niños. Cuando un adulto dice «Me haces avergonzar» en público o en privado, el niño puede sentirse responsable de la vergüenza del adulto, lo que no es justo ni saludable para el desarrollo emocional del niño. Es crucial ayudar a los niños a comprender sus emociones y comportamientos sin hacerlos responsables de las emociones de los demás.
Conclusión
El lenguaje tiene un impacto profundo en el desarrollo de los niños, tanto positivo como negativo. Las frases que utilizamos pueden fortalecer la confianza, la empatía y la comprensión en el niño, o pueden socavar su autoestima y bienestar emocional. Como adultos responsables de su educación y crecimiento, es fundamental ser conscientes de las palabras que elegimos y esforzarnos por fomentar un ambiente de apoyo y respeto. Al evitar frases dañinas y optar por enfoques más constructivos, podemos ayudar a los niños a desarrollarse de manera saludable, aprender de sus errores y enfrentar los desafíos con una mentalidad positiva y resiliente.