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Ford Probe: Un fracaso deportivo

Ford Probe 1994-1998: La apuesta fallida en el segmento de los deportivos compactos

En la década de los 90, el mercado de los deportivos compactos estaba dominado por modelos icónicos como el Honda Prelude, Toyota Celica, Mitsubishi Eclipse y Nissan 200SX. Estos coches lograron consolidarse como las opciones preferidas de los amantes de los autos deportivos por sus diseños dinámicos, rendimiento de motores y, sobre todo, por ser accesibles a un público joven y entusiasta. Ford, con la intención de competir en este competitivo segmento, lanzó la segunda generación del Ford Probe en 1994. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, el modelo no logró conseguir la popularidad esperada y quedó en la sombra de otros competidores de renombre.

El contexto del Ford Probe

La historia del Ford Probe comienza a mediados de los años 80, cuando Ford estaba buscando reemplazar su modelo Mustang, que por aquel entonces ya comenzaba a sufrir de una imagen desactualizada y estaba perdiendo cuota de mercado. El modelo Probe fue presentado como un coupé deportivo de carácter compacto que sería capaz de atraer a los compradores que buscaban algo más que un auto convencional, sin alejarse demasiado del alcance financiero de un automóvil de uso diario. Para lograr este objetivo, Ford decidió colaborar con Mazda, lo que resultó en la creación de un modelo de vehículo basado en la plataforma japonesa G, que compartía con el Mazda MX-6.

La propuesta de Ford para la segunda generación del Probe (1994-1998) era clara: un automóvil estilizado, deportivo y accesible que pudiera competir con los modelos de marcas japonesas ya consolidadas. El coche se fabricó sobre una base más larga y ancha que su predecesor, lo que le proporcionaba mayor estabilidad y espacio interior, sin embargo, también logró reducir su peso en aproximadamente 125 libras (56 kg) en comparación con el modelo anterior, lo que sugería un enfoque en la agilidad y el rendimiento.

Diseño exterior: Aerodinámica y estilo

El diseño del Ford Probe 1994-1998 fue uno de los aspectos más llamativos de este coche. Con líneas suaves y aerodinámicas, el modelo presentaba una carrocería compacta y elegante, en perfecta sintonía con la estética de los deportivos de la época. Destacaba por sus faros retráctiles, una característica que no solo añadía un toque de distinción al vehículo, sino que también mejoraba la eficiencia aerodinámica. Los delgados barras de luces de dirección, situadas en el paragolpes, y los faros antiniebla de serie complementaban la apariencia deportiva y futurista del vehículo.

El parabrisas inclinado, el techo corto y la parte trasera con una caída pronunciada completaban la silueta aerodinámica del coche, lo que era crucial para mejorar la eficiencia en el consumo de combustible y la estabilidad a altas velocidades. A pesar de su diseño moderno y atractivo, el Probe no logró conectar con el público de manera efectiva.

El interior y la distribución de los controles

Uno de los puntos más controvertidos del Ford Probe fue su interior, especialmente el diseño del panel de instrumentos. Mimi Vandermolen, una de las primeras diseñadoras femeninas en ascender a ejecutiva de diseño para pequeños autos en Ford, fue la responsable de la distribución del habitáculo. Aunque su diseño era innovador, algunos elementos fueron mal recibidos por los consumidores.

El panel de instrumentos contaba con seis esferas de medición, lo que resultaba confuso para muchos conductores, quienes esperaban una distribución más convencional. Además, el estéreo y los controles de la climatización fueron ubicados en la misma zona del tablero, lo que resultaba incómodo y poco práctico. Otra crítica frecuente hacía referencia al espacio trasero: aunque el coche era más espacioso que su predecesor, el espacio para dos adultos en los asientos traseros era limitado, lo que convertía al Probe en un automóvil mejor adaptado para parejas o conductores individuales.

Motores y opciones mecánicas

En términos de motorización, el Ford Probe estaba disponible con dos opciones de motores, ambos provenientes de Mazda. La versión más accesible contaba con un motor de 2.0 litros y cuatro cilindros en línea (L4), mientras que la versión más potente incorporaba un motor V6 de 2.5 litros. Estos motores ofrecían una experiencia de conducción deportiva, aunque algunos entusiastas de los autos deportivos criticaron la falta de potencia en comparación con algunos de sus rivales directos.

Los motores de 2.0 litros entregaban una potencia de 116 caballos de fuerza (116 HP) a 5500 rpm, y un par motor de 125 lb-ft (170 Nm) a 4500 rpm. Aunque la versión de 2.0 litros era eficiente y ofrecía una velocidad máxima de 204 km/h, no lograba destacarse frente a rivales como el Honda Prelude o el Toyota Celica, que brindaban un rendimiento más emocionante y competitivo en pista.

El Ford Probe se ofreció con una caja de cambios manual de 5 velocidades en Europa, mientras que en Estados Unidos se prefería la opción automática de 4 marchas. Esta variabilidad en las opciones de transmisión también fue un punto de controversia, ya que muchos conductores de autos deportivos preferían las transmisiones manuales por su mayor control y rendimiento.

Conducción y manejo

A pesar de las críticas a la motorización, el Ford Probe 1994-1998 ofrecía un manejo ágil y preciso. Su suspensión independiente en las cuatro ruedas, combinada con una dirección asistida, aseguraba una conducción equilibrada y placentera. Además, la plataforma G compartida con Mazda ofrecía un chasis robusto y estable, lo que garantizaba una respuesta precisa en curvas y maniobras rápidas.

Sin embargo, los fanáticos de los deportivos compactos preferían los modelos con tracción trasera, lo que afectó la aceptación del Probe. El hecho de que el Probe tuviera tracción delantera y no fuera tan potente como sus competidores de tracción trasera como el Nissan 200SX o el Mitsubishi Eclipse le restó atractivo para los conductores más exigentes en cuanto a la experiencia de conducción.

Críticas y cancelación del modelo

A pesar de su diseño atractivo y sus características técnicas, el Ford Probe no logró ganarse un lugar destacado en el mercado de los deportivos compactos. Los consumidores, especialmente en los Estados Unidos, no lograron conectar con el modelo debido a la percepción de que no ofrecía un rendimiento lo suficientemente emocionante y competitivo frente a otras opciones del mercado. El modelo se vio afectado por la creciente popularidad de los deportivos japoneses, que estaban mejor posicionados en cuanto a rendimiento y fiabilidad.

La cancelación del Ford Probe llegó en 1998, solo tres años después de su lanzamiento, dejando un sabor agridulce para Ford. Si bien el coche había logrado algunas ventas razonables, no alcanzó el éxito deseado y fue rápidamente descontinuado. En muchos sentidos, el Probe representó una oportunidad perdida para Ford en el segmento de los deportivos compactos, ya que el Mustang, un icono de la marca, se veía amenazado por la tendencia hacia coches más ligeros y aerodinámicos.

Conclusión

El Ford Probe 1994-1998 es un ejemplo de cómo, a pesar de un diseño atractivo y características técnicas interesantes, un automóvil puede fallar en su misión de conquistar un segmento altamente competitivo. Su intento de competir con modelos como el Honda Prelude, Toyota Celica y Mitsubishi Eclipse, más establecidos y mejor percibidos, no fue suficiente para atraer a los compradores en masa. Aunque el Probe tuvo su cuota de mercado, su paso por la historia automotriz fue breve, y su legado es recordado principalmente como una promesa no cumplida en el mundo de los deportivos compactos.

El Ford Probe 1994-1998 sigue siendo un modelo interesante para los coleccionistas y entusiastas del automóvil, pero en términos de impacto y relevancia en el mercado de los deportivos, no logró marcar una diferencia duradera.

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