Medicina y salud

Displasia de Cadera Infantil

El dislocamiento congénito de cadera en niños: causas, diagnóstico y tratamiento

El dislocamiento congénito de cadera, conocido también como displasia del desarrollo de la cadera (DDC), es una condición ortopédica que afecta a la articulación de la cadera en recién nacidos y niños pequeños. Esta afección ocurre cuando la cabeza del fémur no encaja adecuadamente en el acetábulo (la cavidad de la pelvis), lo que puede causar inestabilidad, subluxación o incluso dislocación completa de la articulación. Es fundamental identificar y tratar esta condición lo antes posible para evitar complicaciones a largo plazo, como problemas de movilidad o dolor crónico.

Causas y factores de riesgo

La displasia del desarrollo de la cadera no tiene una causa única conocida, pero varios factores pueden aumentar el riesgo de que un niño la desarrolle:

  1. Factores genéticos: Existe una predisposición familiar para esta condición. Si uno de los padres o un hermano tuvo DDC, el riesgo en el niño aumenta significativamente.
  2. Posición fetal: Bebés que permanecen en una posición de nalgas durante el embarazo o que tienen limitaciones de espacio en el útero (por ejemplo, en embarazos múltiples) están en mayor riesgo.
  3. Sexo: Las niñas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar displasia de cadera en comparación con los niños, posiblemente debido a factores hormonales.
  4. Condiciones asociadas: La tortícolis congénita y los pies zambos suelen estar asociados con un mayor riesgo de DDC.
  5. Factores culturales: En algunas culturas donde los bebés son envueltos con las piernas extendidas y juntas, la incidencia de displasia de cadera es más alta.

Síntomas y señales de alerta

Aunque en muchos casos no hay síntomas evidentes en los primeros días de vida, existen algunas señales que los padres y médicos deben observar:

  • Diferencias en la longitud de las piernas.
  • Asimetría en los pliegues de la piel en los muslos o glúteos.
  • Dificultad para mover una pierna en comparación con la otra.
  • Chasquidos o ruidos al mover la cadera, especialmente durante el cambio de pañales.
  • En niños mayores, puede haber cojera o retraso en el desarrollo de la marcha.

Diagnóstico

El diagnóstico temprano es crucial para prevenir complicaciones. Los métodos comunes incluyen:

  1. Examen físico: Durante las primeras visitas pediátricas, el médico realiza maniobras específicas como las pruebas de Ortolani y Barlow, diseñadas para evaluar la estabilidad de la cadera.
  2. Ultrasonido: Es la herramienta de elección en recién nacidos y lactantes menores de 6 meses, ya que permite visualizar las estructuras cartilaginosas de la cadera.
  3. Radiografías: Útil en niños mayores de 6 meses, cuando los huesos de la cadera comienzan a osificarse y son visibles en una radiografía.

Tratamiento

El tratamiento de la displasia de cadera depende de la edad del niño y la severidad de la condición. Los métodos más comunes incluyen:

  1. Arnés de Pavlik: Es el tratamiento inicial para los recién nacidos y lactantes menores de 6 meses. Este dispositivo mantiene las piernas en una posición de flexión y abducción, ayudando a que la cabeza femoral se posicione correctamente en el acetábulo.
  2. Yesos pelvipédicos: En casos más severos o en niños mayores, se puede utilizar un yeso especial que inmoviliza la cadera para permitir una correcta alineación.
  3. Cirugía: Si los tratamientos no quirúrgicos no son efectivos o si el diagnóstico se realiza tarde, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para reposicionar la cadera y estabilizarla. Esto incluye procedimientos como la reducción abierta o cerrada y, en algunos casos, osteotomías para remodelar el acetábulo o el fémur.

Pronóstico

Con un diagnóstico y tratamiento tempranos, la mayoría de los niños con DDC logran un desarrollo normal de la cadera y una movilidad sin complicaciones. Sin embargo, si no se trata a tiempo, la displasia puede llevar a problemas graves como:

  • Artrosis temprana de la cadera.
  • Dolor crónico en la articulación.
  • Limitación en la movilidad.
  • Diferencias en la longitud de las extremidades inferiores.

Prevención

Aunque no se puede prevenir completamente la displasia de cadera, algunas prácticas pueden reducir el riesgo:

  • Evitar envolver a los bebés con las piernas completamente estiradas y juntas. En su lugar, optar por técnicas de envoltura que permitan una posición natural de flexión y abducción.
  • Realizar controles médicos regulares para detectar cualquier signo de displasia a tiempo.
  • Estar atentos a las señales

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