El displasia de cadera en los niños: diagnóstico, tratamiento y manejo
La displasia de cadera en los niños, conocida también como displasia del desarrollo de la cadera (DDC), es una afección en la que la cadera del bebé no se desarrolla adecuadamente, lo que puede llevar a una dislocación parcial o total de la articulación. Esta condición, si no se detecta y trata a tiempo, puede causar problemas a largo plazo, como dolor en la cadera, cojera, y en casos más graves, artritis temprana. En este artículo, exploraremos a fondo qué es la displasia de cadera, cómo se diagnostica, las opciones de tratamiento disponibles y la importancia de la detección temprana para evitar complicaciones a largo plazo.
¿Qué es la displasia de cadera en los niños?
La displasia de cadera es un trastorno ortopédico congénito que afecta el desarrollo de la articulación de la cadera en los recién nacidos y niños pequeños. La cadera está formada por dos partes principales: la cabeza del fémur (el hueso del muslo) y la cavidad acetabular (parte de la pelvis que recibe la cabeza del fémur). En una cadera normal, la cabeza del fémur se encaja perfectamente en la cavidad acetabular. Sin embargo, en los casos de displasia, la cavidad acetabular puede ser poco profunda o no estar bien alineada, lo que provoca que la cabeza del fémur no encaje correctamente.
Este desajuste puede ser parcial, lo que se denomina subluxación, o total, lo que lleva a una dislocación completa de la cadera. En cualquier caso, si no se trata, la displasia puede afectar el desarrollo normal de la cadera y provocar problemas de movilidad y dolor más adelante en la vida.
Causas y factores de riesgo de la displasia de cadera
La displasia de cadera puede ocurrir por diversas razones, aunque a menudo no se puede identificar una causa específica. Sin embargo, varios factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de que un bebé desarrolle esta condición:
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Factores genéticos: La displasia de cadera tiene una mayor probabilidad de ocurrir en familias con antecedentes de la afección. Si uno de los padres o familiares cercanos ha tenido displasia de cadera, el riesgo de que un bebé la desarrolle aumenta.
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Posición fetal: Los bebés que están en posiciones poco favorables en el útero, como la presentación de nalgas (cuando el bebé está sentado en lugar de cabeza abajo), tienen un mayor riesgo de desarrollar displasia de cadera.
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Sexo: Las niñas tienen un riesgo más alto de sufrir displasia de cadera en comparación con los niños. Aproximadamente el 80% de los casos de displasia de cadera ocurren en niñas.
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Primer embarazo: Las mujeres que están esperando su primer hijo tienen más probabilidades de tener un bebé con displasia de cadera, ya que los ligamentos pueden ser más tensos y restrictivos en un primer embarazo.
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Factores ambientales: El uso excesivo de dispositivos de sujeción, como los portabebés, puede aumentar el riesgo de displasia de cadera si no se utilizan correctamente.
Síntomas de la displasia de cadera
En sus etapas más tempranas, la displasia de cadera puede no presentar síntomas evidentes, lo que hace que el diagnóstico precoz sea crucial. Sin embargo, algunos síntomas que pueden observarse en bebés y niños pequeños incluyen:
- Asimetría en las piernas: Una pierna puede parecer más corta que la otra o mostrar diferencias en la flexión de las piernas cuando el bebé está acostado.
- Caderas con rango de movimiento limitado: Si una cadera no se mueve con la misma facilidad que la otra, puede ser un signo de displasia.
- Chasquidos o clics en la cadera: Al mover las piernas del bebé, especialmente cuando se le cambia de posición, puede oírse un clic o chasquido, lo que podría indicar que la cabeza del fémur no está en su lugar correcto.
- Desarrollo retrasado de la marcha: Los niños mayores que no han sido tratados pueden presentar una marcha anormal, como cojera o caminar de forma inestable.
Es importante señalar que en muchos casos la displasia de cadera no presenta dolor en los primeros meses de vida, lo que puede hacer que sea difícil de detectar sin una evaluación clínica adecuada.
Diagnóstico de la displasia de cadera
El diagnóstico temprano de la displasia de cadera es fundamental para evitar problemas graves en el futuro. Generalmente, los médicos realizan un examen físico detallado durante las primeras visitas pediátricas del bebé, especialmente en el primer mes de vida. Algunos métodos comunes de diagnóstico incluyen:
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Examen físico: El médico realizará maniobras específicas para detectar posibles signos de displasia, como la prueba de Ortolani y la prueba de Barlow, que son pruebas manuales que evalúan la estabilidad de la cadera del bebé.
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Ecografía de cadera: La ecografía es el método más común para diagnosticar displasia de cadera en recién nacidos, especialmente en los primeros seis meses de vida, cuando los huesos aún no están completamente desarrollados. La ecografía permite observar la alineación de la cadera y la cavidad acetabular.
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Radiografía de cadera: A partir de los seis meses de edad, cuando los huesos del bebé ya están lo suficientemente desarrollados, las radiografías pueden ofrecer una visión más clara de la displasia. Las radiografías permiten ver con mayor precisión la posición de la cabeza del fémur y la cavidad acetabular.
Tratamiento de la displasia de cadera
El tratamiento de la displasia de cadera depende de la edad del bebé, la gravedad de la afección y el tipo de displasia (sub-luxación o dislocación completa). Los enfoques más comunes incluyen:
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Arnés de Pavlik: Este es el tratamiento más común para los recién nacidos con displasia de cadera. El arnés de Pavlik mantiene las piernas del bebé en una posición que favorece el encaje adecuado de la cabeza del fémur en la cavidad acetabular. Este dispositivo debe usarse de forma continua durante varias semanas para asegurar que la cadera se desarrolle correctamente.
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Reducción cerrada: Si la dislocación de la cadera es más grave, es posible que sea necesario realizar un procedimiento llamado reducción cerrada, en el que el médico manipula la cadera del bebé para volver a colocarla en su posición correcta. Este procedimiento se realiza bajo anestesia general.
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Yeso o férula: Después de la reducción cerrada, se puede colocar un yeso o férula para mantener la cadera en su lugar mientras se realiza el proceso de curación.
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Cirugía: En casos más avanzados o cuando otros tratamientos no han tenido éxito, puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Esto suele ocurrir en niños mayores, y la cirugía puede implicar la realineación de la cadera y, en algunos casos, la reconstrucción de la cavidad acetabular para proporcionar una base más estable para la cabeza del fémur.
Seguimiento y pronóstico
El seguimiento a largo plazo de los niños con displasia de cadera es crucial, incluso después de que se haya completado el tratamiento inicial. Se deben realizar evaluaciones periódicas para asegurarse de que la cadera se desarrolle adecuadamente. En algunos casos, pueden ser necesarios más tratamientos o cirugía adicional si el desarrollo de la cadera no progresa como se esperaba.
Con el tratamiento adecuado, la mayoría de los niños con displasia de cadera tienen un buen pronóstico. La intervención temprana es clave para evitar problemas más serios en el futuro, como artritis o dolor crónico. Sin embargo, si no se trata a tiempo, la displasia de cadera puede llevar a complicaciones significativas, incluidas deformidades y dificultades para caminar.
Conclusión
La displasia de cadera es una afección tratable si se detecta de manera temprana. Los avances en la tecnología de diagnóstico, como las ecografías, y los tratamientos efectivos, como el uso del arnés de Pavlik, han mejorado significativamente los resultados para los bebés afectados. Es importante que los padres y cuidadores estén atentos a cualquier signo de displasia de cadera en sus hijos y trabajen estrechamente con los médicos para garantizar un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado. Con un manejo adecuado, los niños pueden llevar una vida activa y libre de dolor, con un desarrollo normal de la cadera.