La primera descripción coherente y detallada de la circulación menor o circulación pulmonar, como se conoce en la actualidad, se atribuye al anatomista y médico árabe Ibn al-Nafis (1213-1288). Aunque su trabajo más famoso, «El comentario sobre la anatomía en el Canon de Avicena», fue una crítica de las enseñanzas del célebre médico persa Avicena, fue su obra «El comentario de Ibn al-Nafis sobre el Canon de Avicena» la que contenía su contribución más significativa en el campo de la fisiología circulatoria.
En su comentario, Ibn al-Nafis cuestionó la teoría predominante de la época sobre la circulación sanguínea propuesta por Galeno, que sostenía que la sangre pasaba del ventrículo derecho al ventrículo izquierdo del corazón a través de pequeños agujeros en el tabique cardíaco. Ibn al-Nafis argumentó en contra de esta teoría y propuso un modelo alternativo que describía la circulación pulmonar y sistémica.
Según Ibn al-Nafis, la sangre venosa ingresaba a los pulmones desde el ventrículo derecho a través de la arteria pulmonar (actualmente conocida como arteria pulmonar) y se oxigenaba en los pulmones, tras lo cual la sangre oxigenada fluía hacia el ventrículo izquierdo a través de las venas pulmonares (actualmente conocidas como venas pulmonares). Esta descripción fue una de las primeras en sugerir que la sangre pasaba de un lado del corazón al otro a través de los pulmones.
El trabajo de Ibn al-Nafis no fue ampliamente reconocido en su tiempo, y su contribución a la comprensión de la circulación sanguínea fue eclipsada por las enseñanzas de Galeno, que dominaron la medicina europea durante siglos. Sin embargo, su trabajo fue redescubierto y valorado en el mundo occidental gracias a la traducción de sus escritos al latín en el siglo XVII.
Fue en el siglo XVI cuando el anatomista y médico español Miguel Servet también describió la circulación menor de manera independiente. En su obra «Christianismi Restitutio», publicada en 1553, Servet propuso un modelo detallado de la circulación sanguínea que incluía la circulación pulmonar. Sin embargo, Servet fue condenado por herejía y quemado en la hoguera en 1553, y su trabajo no tuvo un impacto inmediato en el desarrollo de la medicina.
Fue solo en el siglo XVII cuando la circulación pulmonar comenzó a ser ampliamente aceptada gracias al trabajo del médico y anatomista inglés William Harvey. En su famosa obra «Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus» («Disertación anatómica sobre el movimiento del corazón y el sangre en los animales»), publicada en 1628, Harvey presentó pruebas anatómicas y experimentales que respaldaban la teoría de la circulación sanguínea propuesta por Ibn al-Nafis y Servet.
Harvey demostró que el corazón actuaba como una bomba que impulsaba la sangre a través del cuerpo en un circuito cerrado, y que la sangre fluía en un solo sentido, desde el corazón hacia los vasos sanguíneos y de regreso al corazón. Sus descubrimientos revolucionaron la comprensión de la fisiología circulatoria y sentaron las bases para la medicina moderna.
En resumen, aunque Ibn al-Nafis fue el primero en describir la circulación pulmonar de manera coherente en el siglo XIII, su trabajo no fue ampliamente reconocido en su tiempo. Fue redescubierto en el mundo occidental siglos más tarde y posteriormente respaldado por las investigaciones de Miguel Servet en el siglo XVI y William Harvey en el siglo XVII. Estos médicos pioneros sentaron las bases para nuestra comprensión actual del sistema circulatorio y su funcionamiento.
Más Informaciones
Por supuesto, profundicemos en la contribución de Ibn al-Nafis al entendimiento de la circulación menor y su contexto histórico.
Nacido en Damasco, Siria, en 1213, Ibn al-Nafis se destacó no solo como médico y anatomista, sino también como filósofo y teólogo. Estudió medicina en Damasco y luego en Egipto, donde se convirtió en un médico respetado y ocupó el cargo de director del hospital al-Nuri en El Cairo. Además de sus contribuciones en anatomía y fisiología, también escribió tratados sobre teología, jurisprudencia y filosofía.
El comentario de Ibn al-Nafis sobre el Canon de Avicena, escrito en el siglo XIII, es su obra más conocida en el campo de la medicina. En este comentario, criticó las ideas de Avicena sobre anatomía y fisiología, pero también presentó sus propias teorías y observaciones, incluida su descripción de la circulación pulmonar.
La teoría de la circulación sanguínea que predominaba en la época de Ibn al-Nafis se basaba en las enseñanzas de Galeno, un médico griego del siglo II d.C. Según Galeno, la sangre se formaba en el hígado, se absorbía en las venas y fluía desde la aurícula derecha del corazón al ventrículo derecho a través de pequeños agujeros en el tabique cardíaco. Desde el ventrículo derecho, la sangre pasaba a través de los pulmones, donde se enfriaba y se convertía en espíritu vital, antes de fluir al ventrículo izquierdo y luego al resto del cuerpo.
Sin embargo, Ibn al-Nafis cuestionó esta teoría y propuso un modelo alternativo de circulación sanguínea que incluía la circulación pulmonar. Argumentó que la sangre venosa, en lugar de pasar a través de pequeños agujeros en el tabique cardíaco, fluía desde el ventrículo derecho hacia los pulmones a través de la arteria pulmonar (actualmente conocida como arteria pulmonar). En los pulmones, la sangre se oxigenaba y luego fluía al ventrículo izquierdo a través de las venas pulmonares (actualmente conocidas como venas pulmonares). Esta descripción sugería que la sangre pasaba de un lado del corazón al otro a través de los pulmones, lo que contradecía las enseñanzas de Galeno.
A pesar de la importancia de sus contribuciones, el trabajo de Ibn al-Nafis no fue ampliamente reconocido en su tiempo y su teoría de la circulación pulmonar no fue aceptada de inmediato. Esto se debió en parte a la autoridad de las enseñanzas de Galeno, que dominaron la medicina europea durante siglos, y en parte a la falta de difusión de los escritos de Ibn al-Nafis en el mundo occidental.
Sin embargo, los escritos de Ibn al-Nafis fueron redescubiertos y valorados en el mundo occidental en el siglo XVII, gracias a la traducción de sus obras al latín. Su descripción de la circulación pulmonar fue corroborada por las investigaciones posteriores de Miguel Servet en el siglo XVI y William Harvey en el siglo XVII, lo que finalmente condujo a la aceptación generalizada de la teoría de la circulación sanguínea que conocemos hoy en día.
En conclusión, Ibn al-Nafis fue un pionero en el campo de la fisiología circulatoria, cuya descripción de la circulación pulmonar sentó las bases para la comprensión moderna del sistema circulatorio. Aunque su trabajo no fue ampliamente reconocido en su tiempo, su legado perdura como una de las contribuciones más importantes a la historia de la medicina.