Cultivo de verduras y frutas

Cultivo de tomates con semillas

La siembra de tomates a partir de semillas es un proceso gratificante y relativamente sencillo, que permite disfrutar de este popular fruto cultivado en casa, con control sobre su calidad y variedad. A lo largo de este artículo, se detallarán los pasos y consideraciones necesarias para cultivar tomates de manera exitosa, desde la selección de las semillas hasta el trasplante de las plántulas al jardín o huerto.

1. Selección de las semillas de tomate

El primer paso crucial en el cultivo de tomates es elegir la variedad adecuada de semillas. Existen cientos de variedades de tomates, cada una con características específicas que pueden adaptarse mejor a diferentes climas y gustos. Algunas de las categorías más comunes son:

  • Tomates cherry: pequeños y dulces, ideales para ensaladas y como bocadillos.
  • Tomates pera o roma: generalmente más carnosos, perfectos para salsas y conservas.
  • Tomates de ensalada: de mayor tamaño, ideales para cortar en rodajas.
  • Tomates heirloom: variedades antiguas que no han sido modificadas genéticamente, apreciadas por su sabor único y su valor histórico.

Una vez que se elige la variedad, es importante comprar semillas de una fuente confiable, ya sea en tiendas de jardinería, viveros o incluso en línea. Si se tiene acceso a tomates frescos y maduros de buena calidad, también se pueden extraer las semillas directamente de los frutos.

2. Preparación del suelo y los recipientes

Antes de sembrar las semillas, es fundamental preparar el entorno adecuado para su germinación. Esto implica contar con recipientes apropiados y un buen sustrato. Los recipientes pueden ser bandejas de germinación, macetas pequeñas o incluso reciclados como cáscaras de huevo, vasos de yogur o envases de cartón. Lo importante es que el recipiente tenga un buen drenaje para evitar el encharcamiento.

El sustrato ideal para germinar semillas debe ser ligero, aireado y capaz de retener la humedad. Se recomienda una mezcla de tierra para macetas con fibra de coco o perlita, que proporcionará un buen equilibrio entre retención de agua y ventilación. Este sustrato debe estar libre de enfermedades o plagas, por lo que es preferible utilizar sustrato comercial o desinfectarlo previamente, ya sea calentándolo en el horno o en el microondas.

3. Proceso de siembra de las semillas

Una vez que los recipientes están listos y llenos de sustrato, se procede a sembrar las semillas. Aquí te indico los pasos detallados:

  1. Humedece el sustrato antes de sembrar las semillas. No debe estar empapado, sino ligeramente húmedo para facilitar la germinación.

  2. Coloca las semillas de tomate en la superficie del sustrato, dejando aproximadamente 2 cm de espacio entre ellas si estás utilizando una bandeja de germinación. Si se utilizan recipientes individuales, basta con colocar una o dos semillas por maceta.

  3. Cubre las semillas con una fina capa de sustrato, de aproximadamente 0,5 cm de espesor. Asegúrate de no enterrarlas demasiado profundo, ya que esto dificultará que las plántulas emergen.

  4. Riega ligeramente con una botella con pulverizador o una regadera con orificios pequeños para evitar que el agua arrastre las semillas. Mantén el sustrato húmedo, pero no saturado, durante todo el proceso de germinación.

4. Condiciones óptimas para la germinación

Las semillas de tomate germinan mejor en un entorno cálido y luminoso. La temperatura ideal para la germinación oscila entre los 20 y 25 grados Celsius. Si vives en una región donde la temperatura es baja, puedes utilizar una estera térmica para jardinería, que se coloca debajo de los recipientes para proporcionar calor adicional.

Coloca las bandejas o macetas en un lugar donde reciban luz indirecta, como cerca de una ventana orientada al sur o bajo luces de cultivo si no se dispone de suficiente luz natural. En esta etapa, es fundamental mantener el sustrato húmedo, pero no empapado, y evitar corrientes de aire que puedan desecar las semillas o enfriar demasiado el ambiente.

Las semillas de tomate suelen germinar entre 7 y 14 días después de la siembra, aunque este tiempo puede variar ligeramente según la variedad y las condiciones ambientales. Durante este período, es esencial ser paciente y mantener la vigilancia sobre la humedad del sustrato.

5. Cuidado de las plántulas

Una vez que las plántulas hayan germinado y comiencen a crecer, necesitan cuidados específicos para asegurar su desarrollo saludable antes del trasplante definitivo al jardín o huerto. Aquí algunos puntos clave:

  • Luz: Las plántulas de tomate requieren mucha luz para evitar que se estiren demasiado en busca de ella. Si no tienen suficiente luz natural, puedes usar luces de crecimiento (luces LED o fluorescentes) durante 12 a 16 horas al día.

  • Riego: El riego debe seguir siendo moderado. Es importante mantener el sustrato húmedo, pero no encharcado, ya que el exceso de agua puede provocar la aparición de hongos o enfermedades como el «damping-off», que puede matar las plántulas.

  • Ventilación: A medida que las plántulas crecen, es útil proporcionarles una buena circulación de aire, lo que puede hacerse simplemente abriendo una ventana cercana o utilizando un ventilador. Esto también ayudará a que las plantas desarrollen tallos más fuertes y resistentes.

6. Trasplante al jardín o huerto

Cuando las plántulas han desarrollado entre 2 y 4 hojas verdaderas, es momento de trasplantarlas a su lugar definitivo. Antes del trasplante, es recomendable realizar un proceso de endurecimiento, que consiste en exponer gradualmente las plantas a las condiciones exteriores, como el sol, el viento y las temperaturas nocturnas más frías. Esto se hace sacando las plántulas al exterior durante un par de horas al día, aumentando progresivamente el tiempo de exposición durante una o dos semanas.

El momento adecuado para trasplantar depende de las condiciones climáticas de tu región. En general, se debe esperar hasta que el riesgo de heladas haya pasado y la temperatura del suelo esté al menos por encima de los 15 grados Celsius.

El lugar elegido para el trasplante debe recibir al menos 6-8 horas de luz solar directa al día. Además, el suelo debe estar bien drenado y enriquecido con materia orgánica o compost para asegurar una buena nutrición. Las plántulas deben plantarse a una profundidad mayor que la que tenían en sus macetas originales, de manera que parte del tallo quede enterrado. Esto favorecerá el desarrollo de raíces adicionales a lo largo del tallo, fortaleciendo la planta.

7. Cuidados posteriores

Una vez trasplantadas, las plantas de tomate requieren riego regular, especialmente durante las primeras semanas de adaptación. Es importante no mojar las hojas durante el riego para prevenir enfermedades como el mildiu. Además, es recomendable aplicar una capa de mantillo alrededor de las plantas para mantener la humedad y evitar el crecimiento de malas hierbas.

A medida que las plantas crecen, algunas variedades necesitarán tutores o jaulas para evitar que los tallos se rompan bajo el peso de los frutos. También se debe prestar atención a la poda de los chupones, que son brotes que aparecen en las axilas de las ramas y que pueden robar energía a la planta sin contribuir a la producción de frutos.

8. Cosecha

Finalmente, después de unas semanas de cuidados, las plantas comenzarán a producir frutos. La mayoría de las variedades de tomate estarán listas para cosechar entre 60 y 85 días después del trasplante. Los frutos deben cosecharse cuando están completamente maduros, lo que generalmente se refleja en su color brillante y uniforme. Al cosechar, es importante cortar los tomates con un cuchillo o tijeras para evitar dañar la planta.


El cultivo de tomates a partir de semillas es un proceso fascinante que no solo ofrece la satisfacción de obtener frutos frescos y sabrosos, sino que también permite aprender sobre el ciclo de vida de las plantas y conectar con la naturaleza de una manera más profunda.

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