Enfermedades del niño y del adolescente

Causas y Manejo de Convulsiones Infantiles

El fenómeno del «Tétano» en los niños: Causas, consecuencias y estrategias de manejo

El tétano, también conocido en términos médicos como «convulsiones febril» cuando ocurre en niños, es un fenómeno que genera gran preocupación en los padres debido a sus posibles consecuencias sobre la salud y el bienestar del niño. Las convulsiones son un fenómeno neurológico que puede ocurrir por diversas razones, entre las cuales la fiebre es la más común, pero existen múltiples factores que pueden contribuir a su aparición. Este artículo tiene como objetivo profundizar en las causas de los espasmos y convulsiones en la infancia, los factores de riesgo asociados y las medidas preventivas y terapéuticas disponibles para mitigar sus efectos.

¿Qué es el tétano en los niños?

El término «tétano» se refiere a una contracción involuntaria y repentina de los músculos, que puede producirse en cualquier parte del cuerpo, pero comúnmente afecta las extremidades y la cara. Aunque en adultos este fenómeno es menos común, en los niños pequeños, particularmente en aquellos menores de 5 años, las convulsiones febril son más frecuentes y pueden ser un indicativo de que algo no va bien en el organismo. Las convulsiones febril se refieren a una respuesta convulsiva del cerebro frente a una temperatura corporal elevada.

Este fenómeno no solo genera preocupación por la intensidad de los síntomas, sino también por su recurrencia y los posibles efectos a largo plazo en el desarrollo neurológico de los niños. En la mayoría de los casos, las convulsiones febril no son peligrosas, pero es fundamental comprender su etiología para poder tomar medidas correctivas.

Causas de las convulsiones en los niños

Existen diversas causas que pueden dar lugar a las convulsiones en los niños. A continuación, se detallan las más comunes:

1. Fiebre elevada

La fiebre es la causa más frecuente de las convulsiones febril en los niños. Una temperatura corporal superior a los 38°C puede causar un aumento repentino en la actividad eléctrica del cerebro, lo que resulta en convulsiones. Estos episodios febriles suelen ocurrir en niños entre los 6 meses y los 5 años, aunque también pueden presentarse en niños mayores.

El mecanismo exacto por el cual la fiebre provoca convulsiones no está completamente entendido, pero se cree que el rápido aumento de la temperatura corporal puede desestabilizar el funcionamiento cerebral. Aunque en la mayoría de los casos estas convulsiones no son peligrosas, pueden ser extremadamente angustiosas para los padres.

2. Infecciones virales y bacterianas

Las infecciones son una causa significativa de convulsiones en los niños. Entre las infecciones más comunes que pueden inducir convulsiones se encuentran:

  • Infecciones respiratorias: Resfriados, gripe y otras infecciones virales como la varicela o el sarampión, pueden desencadenar fiebre alta y, en consecuencia, convulsiones febril.
  • Meningitis y encefalitis: Estas infecciones del sistema nervioso central son menos comunes, pero pueden ocasionar convulsiones graves. La meningitis es una infección de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, mientras que la encefalitis es una inflamación del propio cerebro.
  • Infección de oído (otitis): En algunos casos, las infecciones del oído pueden provocar fiebre y convulsiones en los niños.

3. Factores genéticos

En muchos casos, las convulsiones febril pueden estar relacionadas con factores hereditarios. Si un niño tiene antecedentes familiares de convulsiones, su riesgo de experimentar episodios similares puede ser mayor. En estos casos, las convulsiones no se deben necesariamente a una infección o fiebre, sino que pueden ser una predisposición genética al desajuste eléctrico en el cerebro.

4. Trastornos metabólicos o desequilibrio en los electrolitos

Un desequilibrio en los niveles de glucosa en sangre, calcio, sodio o potasio puede llevar a convulsiones en los niños. Estas alteraciones metabólicas pueden ser producto de enfermedades, deshidratación o una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales.

5. Causas estructurales y lesiones cerebrales

En raros casos, las convulsiones pueden ser un signo de un problema estructural en el cerebro, como una malformación cerebral, una hemorragia cerebral o un tumor. Estos casos suelen ser menos comunes, pero es importante que cualquier episodio de convulsiones sea evaluado por un profesional médico para descartar cualquier anormalidad estructural.

Factores de riesgo

Varios factores pueden aumentar la probabilidad de que un niño sufra convulsiones. Estos factores son importantes para la evaluación de la situación y la prevención:

  1. Edad temprana: Los niños menores de 5 años son más propensos a experimentar convulsiones febril. La mayoría de los episodios se presentan en niños entre 1 y 3 años de edad.
  2. Fiebre alta: Las convulsiones febril tienden a ocurrir cuando la fiebre alcanza rápidamente los 39°C o más. Las infecciones virales son las causantes más comunes de esta fiebre elevada.
  3. Historia familiar de convulsiones: Los niños con antecedentes familiares de convulsiones tienen un mayor riesgo de sufrirlas ellos mismos.
  4. Presencia de infecciones virales o bacterianas: Las infecciones respiratorias, la varicela y otras pueden ser factores precipitantes de las convulsiones.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas de las convulsiones febril incluyen movimientos involuntarios de los brazos y las piernas, rigidez en el cuerpo, pérdida temporal de la conciencia y, en algunos casos, salivación excesiva o espuma en la boca. Aunque estos síntomas pueden ser alarmantes, en la mayoría de los casos, las convulsiones febril no duran más de unos pocos minutos.

El diagnóstico se basa en la historia clínica del niño, el examen físico y, en algunos casos, pruebas adicionales como análisis de sangre, electroencefalogramas (EEG) o imágenes del cerebro para excluir causas más graves de convulsiones. Es importante que los padres no intenten diagnosticar el problema por sí mismos y busquen atención médica inmediatamente después del primer episodio de convulsiones.

Tratamiento y manejo de las convulsiones en niños

El tratamiento de las convulsiones febril generalmente se enfoca en controlar la fiebre y proporcionar alivio inmediato. Los medicamentos antipiréticos, como el paracetamol o el ibuprofeno, son utilizados para reducir la fiebre y prevenir futuros episodios de convulsiones. Sin embargo, estos medicamentos no detienen la convulsión una vez que ha comenzado, por lo que la intervención médica o la administración de medicamentos anticonvulsivos solo es necesaria en situaciones donde las convulsiones persisten.

En casos más graves o cuando se identifican convulsiones que duran más de 5 minutos (conocidas como convulsiones prolongadas o «status epilepticus»), es necesario buscar atención médica urgente para administrar medicamentos anticonvulsivos intravenosos.

Prevención de las convulsiones febril

Si bien no es posible prevenir todas las convulsiones febril, existen algunas estrategias que pueden ayudar a reducir su ocurrencia:

  1. Controlar la fiebre: Mantener la temperatura corporal del niño bajo control es fundamental. Usar ropa ligera, mantener el ambiente fresco y administrar medicamentos antipiréticos de manera adecuada puede ayudar a reducir el riesgo de fiebre alta.
  2. Vacunación adecuada: La inmunización contra enfermedades que pueden provocar fiebre alta y convulsiones, como la varicela, sarampión y la gripe, es una medida preventiva esencial.
  3. Atención médica temprana: Ante cualquier signo de infección o fiebre en un niño, es recomendable consultar al pediatra para tratar la causa subyacente antes de que se presenten complicaciones.

Conclusión

Las convulsiones febril son una de las formas más comunes de crisis en los niños, pero en la mayoría de los casos no son peligrosas y se resuelven sin complicaciones a largo plazo. A pesar de que el fenómeno puede ser preocupante para los padres, es importante mantener la calma y buscar atención médica adecuada en caso de que ocurran episodios. La prevención a través del control de la fiebre y la inmunización contra enfermedades infecciosas es clave para minimizar el riesgo de convulsiones.

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