El dolor articular es una de las quejas más comunes que afecta a personas de todas las edades. Este malestar puede surgir por diversas causas, desde condiciones temporales hasta enfermedades crónicas que afectan la movilidad y calidad de vida de quienes lo padecen. El dolor en las articulaciones, conocido también como artralgia, puede estar relacionado con una inflamación de los tejidos circundantes, el desgaste de los cartílagos o incluso problemas más complejos como trastornos autoinmunes. En este artículo, se abordarán las principales causas del dolor articular, sus síntomas, factores de riesgo, así como los tratamientos disponibles para aliviarlo.
Causas comunes del dolor articular
Las articulaciones son puntos donde dos o más huesos se encuentran, permitiendo el movimiento. Cada articulación está rodeada por cartílago, un tejido que actúa como amortiguador, evitando que los huesos se desgasten al rozar entre sí. Sin embargo, cuando estos tejidos se dañan o se inflaman, se puede experimentar dolor. A continuación, se presentan algunas de las causas más frecuentes del dolor articular:
1. Osteoartritis
La osteoartritis (OA) es la causa más común de dolor en las articulaciones, especialmente en las personas mayores. Esta condición se caracteriza por el desgaste del cartílago que recubre las articulaciones, lo que provoca que los huesos rocen entre sí, generando dolor, hinchazón y rigidez. La OA afecta principalmente las rodillas, caderas, manos y columna vertebral.
El riesgo de desarrollar osteoartritis aumenta con la edad, pero también puede ser influenciado por factores genéticos, lesiones articulares previas y el sobrepeso. Las personas con OA a menudo experimentan rigidez articular por la mañana, que mejora con el movimiento.
2. Artritis reumatoide
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune crónica que causa inflamación en las articulaciones. En este caso, el sistema inmunológico ataca por error el revestimiento sinovial, la capa de tejido que recubre las articulaciones. Esta inflamación puede dañar tanto el cartílago como los huesos. A menudo, la AR afecta a las articulaciones de las manos, muñecas, rodillas y pies, y los síntomas incluyen hinchazón, rigidez matutina y dolor intenso.
La artritis reumatoide puede aparecer a cualquier edad, pero es más común en mujeres y suele comenzar entre los 30 y 60 años. Si no se trata adecuadamente, puede conducir a deformidades en las articulaciones afectadas.
3. Gota
La gota es un tipo de artritis inflamatoria que se caracteriza por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones, especialmente en el dedo gordo del pie. Este exceso de ácido úrico se puede producir por la descomposición de ciertos alimentos o por la incapacidad del cuerpo para eliminarlo adecuadamente. La gota provoca ataques repentinos de dolor intenso, enrojecimiento e hinchazón de las articulaciones, y suele aparecer por la noche.
Los factores de riesgo de la gota incluyen una dieta rica en purinas (presente en alimentos como carnes rojas, mariscos y alcohol), obesidad, hipertensión, consumo excesivo de alcohol y antecedentes familiares de la enfermedad.
4. Lupus eritematoso sistémico
El lupus es una enfermedad autoinmune que puede afectar múltiples sistemas del cuerpo, incluidas las articulaciones. En personas con lupus, el sistema inmunológico ataca tejidos sanos, lo que puede resultar en dolor y inflamación en las articulaciones, especialmente en las manos, muñecas y rodillas. Además de los problemas articulares, el lupus puede afectar la piel, los riñones, el corazón y otros órganos.
Los síntomas articulares del lupus pueden variar en intensidad y se acompañan frecuentemente de fatiga, erupciones cutáneas y fiebre. Aunque no existe una cura para el lupus, el tratamiento adecuado puede ayudar a controlar los síntomas y prevenir daños a largo plazo.
5. Bursitis
La bursitis es la inflamación de una bursa, una pequeña bolsa llena de líquido que ayuda a reducir la fricción entre los huesos y los tejidos circundantes. Las bursas se encuentran en muchas partes del cuerpo, incluidas las caderas, hombros, rodillas y codos. La bursitis se produce cuando una bursa se inflama, generalmente debido a un uso excesivo o una lesión repetitiva en la articulación.
Los síntomas incluyen dolor, hinchazón y dificultad para mover la articulación afectada. Las personas que realizan actividades repetitivas o aquellas que sufren una lesión en la zona afectada están en mayor riesgo de desarrollar bursitis.
6. Lesiones articulares
Las lesiones, como esguinces, distensiones o fracturas, son una causa común de dolor articular. Los esguinces ocurren cuando los ligamentos que conectan los huesos se estiran o desgarran, mientras que las distensiones afectan a los músculos o tendones. Las fracturas pueden dañar directamente los huesos de la articulación, lo que genera dolor intenso, hinchazón y dificultad para mover la zona afectada.
El tratamiento adecuado para una lesión articular dependerá de la gravedad de la lesión, pero generalmente incluye reposo, hielo, compresión, elevación y, en algunos casos, cirugía.
7. Infecciones articulares
Las infecciones en las articulaciones, conocidas como artritis séptica, son menos comunes pero pueden causar dolor severo, fiebre y enrojecimiento en la zona afectada. La infección puede ser el resultado de una herida abierta, cirugía o la propagación de bacterias desde otras partes del cuerpo, como el torrente sanguíneo.
El tratamiento de la artritis séptica incluye antibióticos para combatir la infección y, en algunos casos, drenaje de la articulación afectada.
Factores de riesgo
Existen varios factores que pueden aumentar la probabilidad de sufrir dolor articular o desarrollar enfermedades articulares. Estos incluyen:
- Edad: A medida que las personas envejecen, las articulaciones tienden a desgastarse, lo que aumenta el riesgo de osteoartritis y otros trastornos articulares.
- Sexo: Las mujeres tienen un mayor riesgo de padecer artritis reumatoide y lupus. Además, el riesgo de osteoartritis también es mayor en mujeres postmenopáusicas debido a la pérdida de estrógenos.
- Genética: La predisposición genética juega un papel importante en la aparición de algunas enfermedades articulares, como la osteoartritis y la artritis reumatoide.
- Lesiones previas: Las personas que han sufrido lesiones articulares previas tienen un mayor riesgo de desarrollar dolor articular o artritis en esa zona.
- Obesidad: El exceso de peso pone más presión sobre las articulaciones, especialmente las de las rodillas, lo que puede aumentar el riesgo de osteoartritis.
Tratamientos disponibles
El tratamiento para el dolor articular depende de la causa subyacente. Sin embargo, existen enfoques comunes que pueden aliviar el dolor y la inflamación en las articulaciones:
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs): Medicamentos como el ibuprofeno o el naproxeno pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación en las articulaciones afectadas.
- Terapia física: La fisioterapia puede ser útil para fortalecer los músculos que rodean las articulaciones y mejorar la movilidad.
- Inyecciones de esteroides: En casos de inflamación severa, las inyecciones de esteroides pueden ser utilizadas para reducir la hinchazón y aliviar el dolor.
- Cirugía: En casos graves, como el daño irreparable al cartílago o deformidades articulares, puede ser necesaria la cirugía, como una artroplastia (reemplazo de la articulación).
- Tratamientos alternativos: Algunas personas encuentran alivio con terapias complementarias como la acupuntura, la terapia con calor o frío, y el uso de suplementos nutricionales.
Prevención
Aunque no siempre se puede prevenir el dolor articular, existen algunas medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo:
- Mantener un peso saludable para evitar la presión excesiva sobre las articulaciones.
- Realizar ejercicios de bajo impacto, como nadar o caminar, para mantener las articulaciones flexibles y fortalecer los músculos.
- Evitar movimientos repetitivos que puedan causar daño a las articulaciones.
- Proteger las articulaciones durante las actividades físicas, utilizando equipo de protección adecuado y practicando una técnica correcta.
Conclusión
El dolor articular puede ser causado por una amplia variedad de condiciones, desde el envejecimiento hasta enfermedades autoinmunes o lesiones. Comprender las causas subyacentes del dolor es esencial para el diagnóstico y tratamiento adecuados. Si bien algunas de estas condiciones no tienen cura, los tratamientos actuales pueden ayudar a manejar los síntomas, mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo. Las personas que experimentan dolor articular persistente deben consultar a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento individualizado.