BUGATTI Veyron Grand Sport Vitesse 2012-2015: Un Ícono de la Velocidad y la Exclusividad Automovilística
El Bugatti Veyron es, sin lugar a dudas, uno de los vehículos más emblemáticos y admirados de la industria automotriz de la última década. Cuando se lanzó al mercado en 2005, el Veyron 16.4 transformó el concepto de velocidad y lujo, desafiando los límites de lo posible en un automóvil de producción. Sin embargo, como si fuera poco, Bugatti sorprendió al mundo en 2012 con la presentación del Veyron Grand Sport Vitesse, una variante descapotable que no solo mantenía la herencia de su hermano cerrado, sino que la llevaba al siguiente nivel de exclusividad, diseño y rendimiento.
Un Viaje en el Tiempo: El Origen del Veyron Grand Sport Vitesse
Antes de la creación del Veyron Grand Sport Vitesse, Bugatti había logrado un hito impresionante con el Veyron 16.4 Super Sport, un automóvil que alcanzaba los 1,200 caballos de fuerza (HP), con un motor W16 y una velocidad máxima de 431 km/h (267 mph). Sin embargo, la pregunta persistía: ¿Sería posible crear una versión descapotable de un automóvil tan potente y avanzado tecnológicamente?
La respuesta a esa interrogante se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra de 2012, donde Bugatti reveló el Veyron Grand Sport Vitesse. Este modelo se basaba en la arquitectura del Veyron 16.4, pero con un enfoque completamente nuevo al incorporar la posibilidad de disfrutar del viento a través del cabello sin sacrificar el rendimiento. Este nuevo diseño rompía con los esquemas tradicionales de los autos deportivos abiertos, mostrando cómo la ingeniería y la estética podían fusionarse de manera sublime.
Diseño y Construcción: Una Obra Maestra de la Ingeniería
El Veyron Grand Sport Vitesse representaba una obra maestra de la ingeniería, no solo en términos de su motorización, sino también en su estructura y diseño. Para transformar un automóvil cerrado en una versión descapotable, Bugatti optó por la solución más directa: retirar el techo y eliminar los pilares laterales. Sin embargo, esto significaba que el coche necesitaba una serie de refuerzos estructurales, especialmente por el peso y la potencia de su motor, que exigían una rigidez extra.
La estructura del Grand Sport Vitesse fue reforzada significativamente, principalmente en la zona central y trasera del automóvil, debido a la ausencia del techo que en los modelos cerrados proporcionaba soporte estructural. A pesar de estos refuerzos, Bugatti logró mantener la ligereza necesaria para conservar el rendimiento y las características que hicieron famoso al Veyron.
El diseño exterior del vehículo también se inspiró en el legado histórico de Bugatti. En particular, el Veyron Grand Sport Vitesse rindió homenaje al Bugatti Type 37 A de 1929, un roadster que presentaba puertas de medio tamaño y una parte trasera del compartimento de los ocupantes elevada a la altura de los hombros. En este modelo contemporáneo, la parte trasera fue incluso más alta para integrar adecuadamente el motor de 16 cilindros.
El compartimento del motor presentaba una tapa con doble abultamiento que no solo cumplía una función estética, sino también aerodinámica. Los arcos de seguridad, cruciales en un vehículo de estas características, se integraban perfectamente en este diseño, proporcionando tanto protección como un flujo aerodinámico optimizado.
Interior: Confort y Deporte de Alto Nivel
Dentro del habitáculo del Veyron Grand Sport Vitesse, Bugatti mantuvo el enfoque de lujo y deportividad que ha caracterizado a sus vehículos desde sus inicios. Los dos asientos tipo cubo deportivo de alta sujeción aseguraban que los ocupantes se mantuvieran firmemente en su lugar, incluso durante las aceleraciones y curvas más exigentes. Este diseño era esencial, ya que el Veyron Grand Sport Vitesse era capaz de soportar hasta 1.4 g de aceleración lateral, una cifra impresionante que solo los autos de carreras más avanzados podrían igualar.
Una de las características notables del modelo era la opción de instalar una pantalla de protección contra el viento detrás de los reposacabezas, una adición esencial para aquellos que deseaban conducir a alta velocidad sin que el viento causara molestias. El Veyron Grand Sport Vitesse combinaba perfectamente el lujo con la funcionalidad, ofreciendo una experiencia de conducción única, incluso a altas velocidades y con el techo completamente abierto.
Motorización: Potencia Sin Límites
La verdadera estrella del Veyron Grand Sport Vitesse era, sin lugar a dudas, su motor. Equipado con un imponente motor W16 de 8.0 litros, el Veyron Grand Sport Vitesse contaba con 1,200 caballos de fuerza, 199 más que el Veyron Grand Sport original. Este motor, combinado con un sistema de inyección directa y una transmisión automática de 7 velocidades, otorgaba al vehículo una aceleración brutal.
El Grand Sport Vitesse era capaz de alcanzar los 100 km/h (62 mph) en apenas 2.6 segundos, una cifra que dejaba atrás a muchos otros superdeportivos en términos de rendimiento. Su velocidad máxima era de 410 km/h (255 mph), lo que lo posicionaba como uno de los coches más rápidos del mundo, incluso sin el techo para reducir la aerodinámica.
La distribución de la potencia estaba gestionada por un sistema de tracción en las cuatro ruedas, que permitía un control perfecto del vehículo a altas velocidades, asegurando estabilidad y tracción incluso en condiciones extremas. Para asegurar la refrigeración adecuada de la transmisión de 7 velocidades (doble embrague), se incorporaron nuevos conductos de aire, una mejora esencial para mantener el vehículo en óptimas condiciones de funcionamiento durante las exigentes pruebas de rendimiento.
Rendimiento y Consumo: Un Auténtico Superdeportivo
El Veyron Grand Sport Vitesse no solo destacaba por su rendimiento en términos de velocidad, sino también por la tecnología aplicada en su gestión de energía. El sistema de frenos, con discos ventilados de 400 mm en el frente y 380 mm en la parte trasera, ofrecía una capacidad de detención impresionante, lo cual es crucial cuando se trata de vehículos con un rendimiento tan extremo.
En cuanto al consumo, el Veyron Grand Sport Vitesse no era precisamente un coche eficiente en términos de combustible, pero era de esperar dada su naturaleza como hiperdeportivo. En ciudad, el vehículo alcanzaba un consumo de aproximadamente 6.3 millas por galón (37.3 L/100 km), mientras que en carretera el rendimiento mejoraba a 10.2 millas por galón (23.1 L/100 km). Esto es una consecuencia directa del potente motor W16 y la exigencia de mantener altas velocidades, un precio que los aficionados al rendimiento estaban dispuestos a pagar.
El impacto ambiental también es significativo, con una emisión de CO2 de 535 g/km, una cifra que refleja la enorme potencia del motor y el nivel de prestaciones del vehículo. Sin embargo, para los afortunados propietarios, estas cifras eran solo detalles menores frente a la experiencia de conducción única que ofrecía el Veyron Grand Sport Vitesse.
Conclusión: Un Icono de la Ingeniería Automotriz
El Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse, producido entre 2012 y 2015, no fue solo un automóvil, sino un símbolo de lo que la ingeniería automotriz puede lograr cuando se combina la pasión por la velocidad con la más alta tecnología. Con su motor de 1,200 caballos de fuerza, su diseño aerodinámico perfectamente equilibrado y su capacidad para ofrecer una experiencia de conducción única, el Grand Sport Vitesse ha dejado una huella imborrable en la historia de los superdeportivos.
Este modelo no solo representó la culminación de la serie Veyron, sino también la ambición de Bugatti de demostrar que los límites de la velocidad y el lujo no son inalcanzables, sino que son alcanzables para aquellos que pueden permitirse lo mejor. La historia del Veyron Grand Sport Vitesse es la historia de un coche que desafió las convenciones, ofreciendo no solo un rendimiento sin igual, sino también una de las experiencias de conducción más exclusivas y emocionantes que el mundo jamás haya conocido.